Por Alejandro Duchini | La Gaceta de Buenos Aires | 29 de enero de 2023
El primer libro de Enrique Medina fue uno de las más reeditados de la literatura argentina. Hoy, convertido en clásico, es reeditado por Catalpa, en
una versión revisada por el autor. Llevada al cine por Javier Torre, en estos días la editorial Muerde Muertos publica el guion cinematográfico original.
En julio de 1972 se publicó el primer libro de Enrique
Medina,
Las tumbas, que se convirtió en un
clásico en este lado del mundo. Luego se publicó en
otros idiomas y países. Entre ellos, Francia.
Las tumbas
pasó por distintos sellos hasta que al conmemorarse
medio siglo de su lanzamiento, la editorial Catalpa
presentó una muy prolija edición homenaje actualizada
por el autor. La portada, en blanco y negro,
es de una calidad notable. Con casi 450 páginas, se
puede adquirir otra edición en tapa dura. A eso se le
suma la publicación del guion cinematográfico original
(que no es el mismo que Javier Torre llevó al cine
en 1991), a cargo de la editorial Muerde muertos.
En
Las tumbas, Medina ficciona su experiencia,
luego de que su madre lo internara en un instituto de
menores porque no tenían dinero para mantenerlo.
En total fueron cuatro los institutos por los que pasó.
Uno de ellos en el barrio de Flores y otros más alejados,
en la zona de la provincia de Buenos Aires. Allí,
Medina —que en
Las tumbas se lo conoce como El Pollo—
debió endurecerse para sobrevivir a la violencia
de las autoridades y de los propios compañeros. Todos
pugnaban por el poder, que se ganaba a la fuerza.
“En las tumbas fui monaguillo. No lo conté en el libro,
porque me daba vergüenza”, suelta Medina desde
la mesa de un café del que es habitué. Con el paso
del tiempo y con más experiencia, los internos se
escapaban y llegaban incluso al centro de Buenos Aires,
donde quedaban maravillados con los cines y
teatros. Luego volvían al encierro.
Medina nació el 26 de diciembre de 1937 en el
Hospital Rivadavia. “Mi mamá pedía que nos dejaran
quedarnos más días así comíamos”, me dice ahora,
a sus 85 años. Su madre vivía con su padre -aspirante
a boxeador- y un amigo en una habitación prestada.
“Así, entendió mi mamá, no me podía criar. En
esos años era común que se meta a los pibes en un
instituto porque tenías médico, comida, ropa limpia,
cama, educación”, aclara.
A su padre, del que no mencionará el nombre, lo
abordó al escribir un libro posterior sobre Gatica:
“Lo hice imaginándolo, y se lo dedico”. A Gatica, en
cambio, lo conoció en una exhibición realizada para
los chicos del instituto: “estaba en sus últimos años,
bastante gordo. Vino, habló con nosotros, nos tocó la
cabeza. Desde entonces lo tuve acá a Gatica. Y hasta
fui a verlo al Luna Park”. También admiraba a los integrantes
de La Máquina, de River, que una tarde de
su infancia entrenaron en un campo vecino a donde
estaba internado. “No lo podíamos creer. Los pibes
salimos a verlos jugar y hasta peloteamos con ellos”.
El Pollo, y entendemos que también Medina, se
destacaba por sus cualidades como jugador de fútbol,
algo que sumaba al momento de ganarse el respeto
de la comunidad. De hecho, en sus escapadas
incluía estadios, como el de Ferro y San Lorenzo, en
Avenida La Plata. “El Pollo soñaba en
Las tumbas
con salir, escapar, andar los caminos sin mirar
atrás…”, dice.
Al salir del cuarto instituto, trabajó de peón en Coca
Cola, en la fábrica de Jabón Federal y en la Ballester-
Molina. Incluso formó parte de una comitiva circense.
Casualmente conoció a Jorge Luis Borges,
quien lo llevó a trabajar como vendedor de libros.
Después fue asistente de cámara, camarógrafo en
Canal 11 y así se fue metiendo en los medios de comunicación.
Las tumbas le sirvió, además de para iniciarse en
la escritura, para quitarse el resentimiento de una niñez
dura. “Al escribir el libro sentí como una liberación
de los aspectos negativos de aquella infancia y
adolescencia. Lo escribí con mucha furia, con mucha
energía. Hasta la aparición de
Las tumbas, ni mis
mejores amigos tenían idea de que estuve encerrado
durante diez años”. Seguiría una larga lista de libros
que incluye Strip-tease, Perros de la noche, Las muecas
del miedo, Año nuevo en Nueva York, Buscando a
Madonna, Las hienas y Los asesinos. Aún hoy continúa
escribiendo diariamente.
Comenzó a escribir
Las tumbas a fines de los 60,
mientras recorría Sudamérica con una compañía de
circo. “Tan mal estábamos que vivíamos en los camarines
porque no teníamos dinero ni para el hotel más
berreta. Ahí escribí mis dos primeras novelas. Sólo
Ángeles, en la mañana, que era el cuaderno de un
marginal, donde se anotaban los hechos del día anterior.
Y
Las tumbas, por la tarde, antes de la función”.
Destaca como puramente autobiográfico el final de
la novela; y cita: “Podría decir que continué la lucha
que había empezado en las tumbas… No descansar
nunca, estar siempre al acecho y con la guardia alta…
Por algo el protagonista de la novela dice que sale
a las calles y ‘las hice mías, al menos eso creí’. Ese
pensamiento descreído es del protagonista cuando
escribe el libro como salvación a su vida personal.
Está implícito que se sugiere otra cosa, que en realidad
esas calles nunca llegaron a ser de él. Aquí la disyuntiva.
¿A quién creerle? … Uno piensa que maneja
las cosas, pero… De todos modos, sé que mi ángel
de la guarda, como se decía en los institutos cuando
fui monaguillo, estuvo muy atareado cuidándome. Lo
hizo muy bien hasta hoy”.
PERFIL. Enrique Medina nació en Buenos Aires, en 1937. En 1972 publicó Las tumbas, su primera novela, con gran
reconocimiento de la crítica y repercusión en los lectores. Luego vendrían 24 títulos más. Su obra fue
prohibida durante la última dictadura. Trabajó como periodista, crítico y director teatral, actor y guionista
cinematográfico. Fue profesor de Literatura en la Universidad de Arizona y dirigió colecciones literarias en
Abril y Galerna. Colaboró en Satiricón, Humor, El Gráfico, Página/12 y The Buenos Aires Herald. Entre otras
distinciones, ganó el Premio Municipal por Deuda de honor y recibió la Faja de honor de la Sociedad
Argentina de Escritores. Sus libros fueron traducidos a varios idiomas.