Desatormentándonos, de José María Marcos (Muerde Muertos, 2020). Colección: Muertos (terror). 160 páginas. 21 x 15 cm. ISBN 978-987-47347-8-5.
Desatormentándonos, a pesar del exorcismo que aúlla su título, es un libro horroroso en todo lo que da de sí el término. Un libro sembrado e infectado de espantos, fantasmas, monstruos, zombis, apocalipsis, brujas, máquinas malvadas y seres humanos que parecen errar todos sus pasos (para regodeo y alegría de nuestro instinto morboso).
Hay cuentos como “El Cangrejo” o “Isolina” que perturban nuestra existencia y nos dejan una desagradable sensación de indefensión Otros, como “Proyecto Ivanov”, “Dios máquina” o “El Castillo de Silling”, cachetean y ponen en carne viva nuestras falacias, a la vez que nos deleitan con una imaginación prodigiosa, verbigracia: chanchitos y jirafitas bonsái, un castillo chasco donde podemos espiar las más salvajes perversiones o una máquina que ora por nosotros al tiempo que nos desea con lujuria.
La narrativa de José María Marcos tiene el encanto de los buenos narradores de cuentos, ese no sé qué folklórico que anuda el terror con lo grotesco, sosegando los excesos con el sempiterno humor negro de los hombres de campo: la frase justa y de ingenio afilado.
Hay libros sobre monstruos y otros que son monstruosos per se. Desatormentándonos es algo peor, es un libro que transforma en monstruo al lector, porque en sus fábulas reconocemos los vicios y carcinomas morales que nos devoran por dentro. Eso que nos muta en lobos a la luz de la luna y en larvas bajo un tórrido sol veraniego.
Parafraseando a José María Marcos, luego de la lectura de este libro, “nuestros días parecerán retazos de una larga pesadilla”.
Hay cuentos como “El Cangrejo” o “Isolina” que perturban nuestra existencia y nos dejan una desagradable sensación de indefensión Otros, como “Proyecto Ivanov”, “Dios máquina” o “El Castillo de Silling”, cachetean y ponen en carne viva nuestras falacias, a la vez que nos deleitan con una imaginación prodigiosa, verbigracia: chanchitos y jirafitas bonsái, un castillo chasco donde podemos espiar las más salvajes perversiones o una máquina que ora por nosotros al tiempo que nos desea con lujuria.
La narrativa de José María Marcos tiene el encanto de los buenos narradores de cuentos, ese no sé qué folklórico que anuda el terror con lo grotesco, sosegando los excesos con el sempiterno humor negro de los hombres de campo: la frase justa y de ingenio afilado.
Hay libros sobre monstruos y otros que son monstruosos per se. Desatormentándonos es algo peor, es un libro que transforma en monstruo al lector, porque en sus fábulas reconocemos los vicios y carcinomas morales que nos devoran por dentro. Eso que nos muta en lobos a la luz de la luna y en larvas bajo un tórrido sol veraniego.
Parafraseando a José María Marcos, luego de la lectura de este libro, “nuestros días parecerán retazos de una larga pesadilla”.
Mariano Buscaglia