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Se presentó la tercera edición de “Los sorias”

IluSORIAS (Muerde Muertos, 2013) junto a la flamante
edición de Los sorias (Simrug, 2013), de Alberto Laiseca.
“Hay una búsqueda de la eternidad, la humanización y también del aquí y ahora, esa poquita materia que somos, tan importante”, dijo el escritor Alberto Laiseca sobre la nueva edición de Los sorias, su monumental novela que explora la naturaleza del poder. El crítico Hernán Bergara agradeció “a Simurg, especialmente a Gastón Gallo su titular, y a los integrantes de Muerde Muertos, que son editoriales de espíritu autónomo que pueden animarse a publicar escritores de espíritu autónomo, como Alberto Laiseca”. Simurg ha publicado Los sorias (1998 y 2013), Gracias chanchúbelo (2002), Las cuatro torres (2004) y Cuentos completos (2011). Por su lado, Muerde Muertos publicó Beber en rojo (Drácula) (2012) e iluSORIAS (2013), un homenaje a Los sorias con la participación de 168 artistas plásticos. Bergara dio a conocer también el “Manifiesto Lai-Chú-Tsé”.



“UNO, CUANDO ESCRIBE, VUELVE A SER NIÑO”

“Los mejores escritores tienen una sola obra que la escriben en muchos libros”, dijo el creador del “realismo delirante” ante el público reunido en el auditorio de la porteña Casa de la Lectura el jueves 6 de mayo de 2014, donde presentó, junto al crítico Hernán Bergara, una nueva edición de su emblemática novela Los sorias que supera las 1.300 páginas —la más extensa de la literatura argentina—, publicada por la editorial Simurg. Laiseca (que tardó diez años en escribir la novela y esperó más de 15 para verla publicada) contó que “cuando yo era chico no tenía ni la menor idea de que iba a ser escritor y, sin embargo, en mis juegos solitarios ya aparecía Los sorias”. “El libro ya estaba ahí —profundizó—, con sus batallas, sus ejércitos, sus castillos, toda la cosa; después, cuando me puse a escribir, lo único que hice fue agrandar lo que ya estaba. Uno, cuando escribe, vuelve a ser niño, una suerte de niño adulto, pero niño al fin, porque en la escritura se vuelca todo lo que uno tiene guardado”. Los sorias, considerada por Ricardo Piglia como la mejor novela que se ha escrito en la Argentina desde Los siete locos, representa, según su autor, “la búsqueda de la totalidad, por una sencilla razón: uno intenta poner todo en un libro, pero es imposible, entonces hay que escribir uno que es otro y a su vez el mismo”.

LA GUERRA DE VIETNAM

Alberto Laiseca y Hernán Bergara.
Laiseca —autor de inclasificables libros como Matando enanos a garrotazos, Aventuras de un novelista atonal, La mujer en la muralla, El jardín de las máquinas parlantes o Las aventuras del profesor Eusebio Filigranati— contó que acaba de terminar su novela sobre la Guerra de Vietnam, La puerta del viento, que será publicada este año por la editorial Mansalva. “Es una nouvelle sobre un tema que me preocupó durante muchos años, pero no hacía falta que fuera muy larga. También empecé a escribir, con la ayuda de mis discípulos, un nuevo libro: se llama Camilo Aldao, que es el pueblo donde crecí y, en el libro, va a ser un lugar mítico”. Laiseca sostuvo que la novela sobre Vietnam “salió muy bien gracias a un dato que me enteré antes de terminarla: resulta que el ejército de Vietnam del Sur tenía 2.700.000 hombres; sin embargo, perdían todos los combates; los norteamericanos los despreciaban, y eso que eran muy buenos soldados. Era todo debido a la corrupción de Saigón: se vendían grados militares”. “Por más que tengas muy buenos soldados, sin oficiales no podés ganar una guerra, es imposible —afirmó—. Los norteamericanos se enteraron cómo era la cosa recién al final, cuando ya todo estaba perdido. Los sur-vietnamitas hubiesen podido liquidar a los bolcheviques sin necesidad de Estados Unidos, pero la corrupción destruyó todo, es difícil de creer”. Luego recordó que “yo me ofrecí de voluntario para ir a Vietnam, no quería correr aventuras, no buscaba acción, nada de eso, tenía un problema para resolver conmigo mismo: el miedo. Le mandé una carta al presidente Lyndon B. Johnson, que nunca me contestó; hoy me alegro de que no me haya contestado, porque me hubiera pasado algo mucho peor que la muerte”. “Basta un simple balazo en la médula y quedás paralítico para siempre —graficó—. Yo creía que la guerra era una salida ontológica rápida, pero no, es pesada la cosa, hay cosas peores que la muerte”.

SALE BORGES, ENTRA LAI

Volviendo a Los sorias, Bergara sostuvo: “Sospecho que la salida de Borges es la entrada en Los sorias; que un límite de la obra de Borges es la obra de Laiseca: una novela que cultiva la exageración tiene que ser un posible límite de unos cuentos que cultivaron la reducción del verbo hacia el átomo gramatical”. “Los sorias es un libro grande que, sin embargo, se deja sintetizar —apuntó el crítico—. Es la historia de un dictador que se humaniza justamente en su derrota militar; es la historia de una guerra que involucra tres superpotencias quizás imaginarias. Pero también es la lucha entre el ser y el anti-ser. El texto mismo es un guerra semiótica”. Bergara definió que “es una novela sobre el poder; es la versión libre más extraordinaria de El Anillo del Nibelungo; es una novela de amor, de arquitectura política; es un novela de guerra, una búsqueda de una reestructuración cosmológica; es una novela sobre tecnología que plantea la posibilidad de seguir siendo humanos a pesar del control del aparato burocrático del Estado”. “Los sorias es la imaginación ejerciéndose —ilustró—; es un concepto matemático difícil de leer, distinta a otras lecturas, con otro espacio; ocupa mucho lugar en el orden literal y figurado; es una novela absoluta, no absolutista; no es totalitaria, sino total. Los sorias no es un libro que se lee, es un libro que todavía se está leyendo”. (Fuente: Agencia Télam)

MANIFIESTO LAI-CHÚ-TSÉ

(Asamblea Constituyente Zombi: Juan Villafañe, Julia Pistocchi, Gerardo Quiroga, Pablo Besarón, Carlos Marcos, José María Marcos, Fernando Figueras, Fernando D. Rodríguez, Sandra Gasparini, Martín Yacachury, Gabriela Cabezón Cámara, Sebastián Pandolfelli, Sebastián Gril, Ariel Idez, Ignacio Mastroleo, Emiliano Ayestarán, Ignacio Román González, Juan Pablo Cozzi, Selva Almada, Federico Cacace Hunter, Anónimo, Hernán Bergara, etcétera). Lectura: Hernán Bergara

Nos, los representantes del pueblo de la Nación Tecnócrata, reunidos en ágora por voluntad y elección del delirio que nos compone, en cumplimiento de delirios preexistentes, con el objeto de cumplir órdenes por razones de sumisión al Dictador Frustrado más poderoso de nuestra asediada imaginación, y de asegurar los beneficios del libertinaje para nosotros, para nuestra posteridad y para todas las chicas del mundo que quieran habitar el suelo patrio; invocando la protección del Delirio Creador, fuente de todo realismo y justeza: ordenamos, decretamos y establecemos estas Medidas Universales para la obra del Emperador Lai-Chú-Tsé, también conocido como Profesor Zen, Mostro Gurú, Sensei del culto al árbol Tulasi, Monitor, Último orejón del tarro, mirando el tarro de abajo hacia arriba:

Artículo 1º: Incorpórese a Los sorias en la bibliografía obligatoria desde el jardín de infantes hasta el doctorado tanto en su versión castellana como en la japonesa y en la swahili. Y tradúzcase la obra íntegra de Laiseca a todas las lenguas humanas, incluidas las que ya no existen.

Artículo 2º: Prohíbase a la crítica, cuando se ocupe de su obra, que utilice en sus valoraciones la palabra “raro”. No pueden, sus artífices, haber dedicado toda su vida al periodismo cultural para venirnos a decir ahora que Laiseca es “raro”. Como dijo Charly García: “Pónganse a laburar. El país los necesita. ¡Manga de vagos forros!”.

Artículo 3º: Entónese el Tango Tecnócrata en las escuelas todas las mañanas junto con el izado de la bandera patria. Que este tango sea, además, la canción oficial que nos represente en el próximo mundial.

Artículo 4º: Proclámese a Laiseca Presidente Honoris Causa de la Nación, de cara a la conformación, por parte de todos los países de América Latina, de una Tecnocracia, bajo la consigna revolucionaria “¡Hasta la conchaza siempre!”.

Artículo 5º: Créese el Concejo Delirante, compuesto por gorditas pechugonas, que nombre a Lai Chú Tsé Monstruo Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires.

Artículo 6º: Prohíbase el Manual sadomasoporno, así lo lee todo el mundo.

Artículo 7º: Interrúmpase, cada noche a las 24 horas, la programación habitual de todos los canales de televisión y radiodifusoras, para transmitir, como canción de cuna, el himno de la ex Unión Soviética cantado por Jairo.

Artículo 8º: Decrétese la inmediata e irreversible redecoración de la Casa Rosada a imagen y semejanza de la habitación esferoide del novelista atonal, es decir, pisos hundidos, techos y paredes curvos, guardas de rombos azules y color “milanesa frita”.

Artículo 9º: Nómbrese Ministro de Educación Sexual y Minucias de Género a cierto graciosillo señor francés, de cuyo nombre no podemos acordarnos, que ataba desnudas a sus víctimas (todas mujeres) y les hacía cosquillas hasta matarlas. De no conseguir identificarlo, ubíquese en su reemplazo a Martin Dumollard, cuyo currículum de Wikipedia describe como “un necrófilo y hematodípsico que atraía mujeres jóvenes a su casa con falsas promesas de empleo”.

Artículo 10º: Estatícese la raza de perros shar pei.

Artículo 11º: Declárese a las tetas Patrimonio de la Humanidad, e inclúyanse copitazas de cerveza en todas las salas de espera de las oficinas públicas. Transmítanse los Cuentos de Terror en Cadena Nacional en horario central.

Artículo 12º: Declárese al Gusano Máximo de la Vida Misma Líder Supremo de la Argentina y a Laiseca su Ministro Plenipotenciario. ¡El Gusano al Gobierno y Laiseca al Poder!

Artículo 13º: Inclúyanse sus enseñanzas erótico-astrales entre los Objetivos Generales del Ministerio de Salud Argentino con el fin de curar la eyaculación precoz y la frigidez de los lectores y lectoras argentinos.

Artículo 14º: Interprétese musicalmente Los sorias, en versión ejecutada por la orquesta estable del falso Bayreuth.

Artículo 15º: Institúyase la Medalla de Cuero ‘E Sapo en todas las escuelas primarias del país. Se la darán al niño más solitario y más triste del grado para infundirle confianza; como símbolo de que la soledad puede ser dura pero de que de la soledad y del dolor sólo nos salva la imaginación.

Agradecemos a Alberto Laiseca que nos haya enseñado lo que es un Monstruo. Que Beber en rojo es amor, el Manual sadomasoporno es ternura, Por favor ¡plágienme! es protección, y Los sorias no es incesto. Que detrás de toda gran obra hay una gran víctima: “¡No sos vos mi gordita linda… son tus tetitas!”; que sepa cultivar un estilo tan propio como el realismo delirante y que sepa sacar lo mejor del propio estilo de cada uno de sus alumnos sin generar clones; el uso que hace de los diminutivos para describir situaciones donde el recato de los pudorosos solo encontraría el HORRIBLE-BASTATOSO; que sea un cóctel molotov que contiene los ingredientes pesadillescos de Kafka, la irreverencia de Arlt, la locura de Frank Zappa pero, sobre todo, la máquina de narrar Laiseca, que le pasa la aplanadora a todo lo anterior; que su obra sólo sea atribuible a un monstruo, a alguien único en su especie, a un self-made-monster. Que Laiseca y su obra se confundan mutuamente.
¡Tecnocracia, Monitor, Triunfo! Betty’ s Bailarinas para todos y todas.
Amén.
No: amen.
Laiseca escucha atento a Maia Anzani y Milena Catania.
Firma de ejemplares.
Fernando Figueras, Alberto Laiseca, Hernán Bergara y Carlos Marcos.