“La literatura erótica no es más ni menos peligrosa que cualquier tipo de literatura, o, incluso, el diario del domingo, la revista Billiken o cualquier Seminario de Lacan. Podría detallar especificidades del género, darles aburridísimos listados de autores y títulos... imprecisos límites de los parámetros para considerar una obra dentro del ámbito de lo erótico y errabundear por teorías siempre inacabadas y discutibles. Pero lo único que quiero destacar es que, en el caso de la literatura erótica, existe un tipo de hipocresía que trata de diferenciar lo erótico de lo pornográfico. Y, al menos para mí, es más importante distinguir lo erótico de lo obsceno en estos casos”, expresó Carlos Marcos en la presentación de su obra Inmaculadas el viernes 10 de diciembre de 2010, en el auditorio de la Escuela Freudiana de Buenos Aires. Evitando el impudor machista y los escrúpulos corteses de las damas, Inmaculadas propone un recorrido por los avatares de cincuenta (sin cuenta) mujeres que recrean para los lectores, voyeuristas por excelencia, sus vidas plagadas de fantasías, que funcionan como micro fantasías íntimas y certeras. Durante la presentación —que contó con casi un centenar de curiosos— hubo proyección de videos preparados por el autor y se contó con la presentación rutilante de Ludovik A. SkidRow, quien interactuó con un público ávido de emociones fuertes.
Ludovik, feliz con su ejemplar de Inmaculadas. |