Escribe: Patricio Chaija | Jueves 4 de junio de 2020 | La Nueva Provincia
Personalidades de distintos ámbitos de Bahía Blanca hablan de su vida en tiempos de pandemia. Hoy, el escritor Patricio Chaija.
Para un escritor no es infrecuente la soledad. Mi vida en cuarentena no cambió mucho ya que esta llegó cuando aún no había salido de mis vacaciones. Mi rutina fue y sigue siendo leer compulsivamente, escribir, ver series, comer y dormir en horarios excéntricos. Más o menos acomodé un poco los horarios (no las fechas; sigo sin saber bien en qué día estoy) cuando comenzó el ciclo lectivo y debí ajustarme con el ritmo de las clases virtuales. Mi trabajo de profesor se tornó muy extraño: no veo a mis alumnos. Ellos se comunican por internet, preguntando algo o enviándome la tarea, pero no conozco sus caras. Dar clases hoy es como mantener un diálogo con fantasmas en una sesión de espiritismo. El pacto es sencillo: ellos creen que yo existo, y viceversa.
El diálogo distante que nos permiten las redes sociales, mails y WhatsApp dan la ilusión de cercanía, pero con el consejo del aislamiento social la imposición juega fuerte en la psiquis. Sé que hay gente que la pasa mal, se angustia y desespera. En ese sentido trato de estar siempre enfocado, pensando un poco más allá: qué voy a hacer cuando pueda salir de casa, cómo avanzo con la novela que estoy escribiendo, qué obras puedo acercar a mis alumnos.
De las dos ocupaciones a las que me dedico en esta cuarentena, escribir me distrae todo el tiempo. Llevo doscientas páginas de una novela de vampiros ambientada en un universo distópico muy parecido al nuestro. Pero sigo pensando que la realidad supera a la ficción siempre. Y me queda mucha historia por contar. Varios meses de trabajo me esperan. Así que no hay manera de deprimirme por lo que sucede puertas afuera de mi hogar. Me siento a salvo del peligro de los muertos vivientes.
Ver series es otra de mis ocupaciones, y la que más me gusta, Dark, es una historia enrevesada y oscura. Por ese lado, también me entretiene la trama terrible.
Pero cuando converso con alguien trato de mantener el humor bien arriba, esperando que toda esta época pueda ser recordada como un sueño raro que nos cambió para siempre.