Reseña de Manual sadomasoporno (ex tractat) (Muerde Muertos, 2017) de Alberto Laiseca. Prólogo: Carlos Marcos y José María Marcos. Ilustraciones: Carlos Marcos. Diseño: Mica Hernández
Por Ayleén Julio Díaz | El País de la Bruma
Es cosa segura de que si uno quiere a una mujer no la mata. Ni por dentro ni por fuera. (Alberto Laiseca).
Publicado por primera vez en 2007 bajo el sello Carne Argentina; y ahora por Muerde Muertos, Manual sadomasoporno (ex tractat) podría considerarse como un libro en el que Alberto Laiseca, mediante el uso de un lenguaje que conjuga humor, ironía y sarcasmo, construye una suerte de breviario donde conviven descripciones de técnicas sádicas y masoquistas, aforismos, opiniones científicas y algún que otro consejo sexual para jóvenes y viejos.
Ya desde la primera página, este libro —como señalan los prologuistas Carlos Marcos y José María Marcos— contiene una promesa y una advertencia: “Sadismo es amor. Masoquismo es ternura. Vampirismo es protección. Por el culo no es incesto. Una sola vez no preña (licencia poética)”; lo que podría traducirse en un llamado del autor para que el lector abandone todo prejuicio antes de adentrarse en un universo donde el orden no encuentra lugar; y del cual no sabemos adónde va a llegar hasta que —valga la redundancia— leemos el final.
Y tras la advertencia y el despojo, lo que queda al lector es disfrutar primero de la irreverencia y el ingenio de una escritura que busca jugar a invertir el mundo así sea por un rato: “El sádico es un representante del sexo débil. La masoquista es un representante del sexo fuerte. Tú me representas, yo te represento. Sé perfectamente, amor mío, que tú tienes todo el poder. Úsalo con discreción y amor o vas a destruirme”. Y más adelante, del modo en que Laiseca interviene la lengua de la sabiduría popular, presente tanto en la transformación de algunos refranes —“Detrás de todo gran hombre hay una gran víctima”— como en la formulación de las “Paráfrasis martinfierristas”, en las que el autor, siendo una suerte de Viejo Vizcacha, aconseja a su lector en materia de sexo. Como remate, el autor ofrece también sus “Reflexiones sobre la tumba de Napoleón”, “Dos posibles finales para Berenice de Edgar Allan Poe”, entre otras cosas.
Asimismo, cabe resaltar de esta edición la originalidad de su diagramación: los textos destacan o se esconden mediante el uso de distintos tipos de letras; a lo que se suman las ilustraciones de Carlos Marcos con grandes pinceladas negras sobre figuras blancas o redondeándolas, donde el texto se entrecruza con la imagen.
En términos de ritmo, y pese a la complejidad que entraña leer un texto sin ningún tipo de secuencia, podría decirse que ésta es una obra de lectura fluida, tanto por la presencia de una prosa concisa, de párrafos cortos y bien elaborados que se fijan en la mente del lector, así como por la franqueza de un narrador que se presenta no en su función tradicional; sino como un sujeto que se abre a otro en un diálogo; lo que a la larga, nos deja al final de la lectura con la plena seguridad de habernos acercado al otro en su más pura humanidad.
Para concluir, queda por decir que Manual sadomasoporno (ex tractat) no es un libro para el lector que busca tranquilidad y entretenimiento, pero s{i una posible puerta de entrada para iniciarse en la producción de Alberto Laiseca, al mismo tiempo que constituye una muestra de los distintos modos en que puede manifestarse la literatura en un momento en que todo parece estar dicho.