Reseña de Arboles de tronco rojo (Muerde Muertos, 2012) de Marcelo Guerrieri.
Por Juanci Laborda Claverie | Solo Tempestad
Las buenas críticas de su novela Farmacia han llamado la atención sobre los trabajos anteriores de Marcelo Guerrieri.
Conocí el nombre de Guerrieri en la antología 12 rounds, donde su cuento “El Cacique” resaltaba por su potencia narrativa entre una docena de excelentes cuentos de reconocidos escritores.
Como si el buen antecedente de su relato no fuera suficiente, pude conocerlo en persona y enterarme de que fue pupilo de Laiseca. Tengo debilidad por todos los escritores formados con el conde Lai: Oyola, Almada, Zina, Cabezón Cámara, Guinot, etcétera.
Con sólo googlearlo uno puede encontrarse con un puñado de relatos que permiten vislumbrar de qué raza de escritor se trata.
Árboles de tronco rojo es un volumen de 14 cuentos publicado por editorial Muerde Muertos en el año 2012.
Qué se puede decir al respecto. Pecaré de redundante, pero cada relato destaca por el peso de su historia. Las tramas tienen una densidad —sin caer nunca en una atmósfera pesada— donde lo cotidiano que acontence tiene más importancia que a quiénes les sucede.
Todos los relatos son de fácil lectura, y aunque el lector es un espectador privilegiado, la cercanía de la prosa de Guerrieri hace que en más de una ocasión deseará timonear las acciones de los protagonistas como en los viejos Elige tu propia aventura. Los cuentos recorren distintos géneros donde los registros del policial, lo estremecedor y lo delirante se acomodan en un compilado de pesadillas que explotan cuando menos se lo espera. Clave de que lo siniestro está detrás de cualquier árbol, no importa su follaje o su color.
Aunque todos los relatos son buenos, y cualquiera de ellos podría integrar una antología de los mejores cuentos de escritores de su generación, destacan (y eso es siempre subjetivo) “La Telesita”, “La inundación”, “Cada tanto Normita”, “Dano no ve nada”, “El Cacique” y “Solo en la escuela”.
“El ciclista serial”, relato lúdico para un público adolescente, integró la antología Bajo sospecha del Ministerio de Cultura de la Nación en 2015.