Por Ester Noemí Migrabi | Integrante de la Comisión de Biblioteca de Discurso<>Freudiano - Escuela de Psicoanálisis, 2025
Y si a esto le sumamos el interesante prólogo también de Carlos Marcos y el fragmento de la última clase del Seminario de Jacques Lacan sobre La lógica del fantasma, traducido del francés por Claudia Bilotta, donde Lacan recomienda la lectura “en Havelock Ellis del célebre caso Florrie”, para leerlo a la luz de “el rol del fantasma en la economía neurótica”, le sumamos un doble agradecimiento(1).
El relato de Havelock Ellis sobre Florrie nos retrotrae a los primeros tiempos del movimiento psicoanalítico, a las investigaciones de los analistas pioneros, que se preguntaban por la sexualidad en las neurosis y en las perversiones.
Así, nos cita a Isidor Isaak Sadger, médico forense y psicoanalista(2), y al Dr. Wilhelm Stekel, quien —bajo el consentimiento del propio Ellis— publicó un resumen y comentó este caso. Ambos colegas vieneses buscaban desentrañar la sexualidad de la época, y en especial, las perversiones.
“…Seguramente, les parecerá con todas las características —después de todas las referencias que les di— ser una neurosis. De ninguna manera el momento donde Florrie franquea… [...] sin que jamás haya nada para él —neurótico— equivalente al goce perverso, sino que ‘franquea’ en el sentido ambiguo que hace a la vez pasar al acto… un acting out…, algo que hace que Florrie, afectada de sus fantasías (fantasmes) de flagelación, llegue una vez a franquear la prohibición que ellas representan para ella”.
Abre entonces a pensar, en la clínica, estas diferenciaciones entre conductas perversas y el acting-out en la neurosis. ¡Menudo tema!
Entrando en la obra y los comentarios sobre el método creado por Sigmund Freud y sus propios modos de llevar adelante la clínica, nos enteramos de que todo empezó a través de cartas y luego hubo sesiones presenciales.
Algo extraño a nuestra época: su encuentro comenzó como una consulta médica, donde pesó y midió a la paciente —no solo en su altura— a esta “robusta y bastante corpulenta” paciente, quizás buscando comparaciones entre la morfología y la patología psíquica. Eran tiempos de búsqueda y aprendizaje; así podríamos contemplarlo hoy.
Y Florrie irá desplegando los relatos de sus fantasmas, sueños, ensoñaciones y experiencias, no sin antes asociar las palizas proporcionadas por su padre, en su niñez, como modo de castigo corporal propio de la época, y el goce unido a la micción en lugares públicos. Este último, propiciado por su agresiva y gozosa niñera.
Estas cuestiones me llevaron al recuerdo de la pionera psicoanalista Sabina Spielrein(3) y su infancia similar: un padre que goza de los azotes y una niñera inmiscuida en ello, para lograr el castigo que produce en la niña un goce sexual prematuro para su edad.
También me lleva a pensar en el escrito de Anna Freud(4) “Relación entre fantasías de flagelación y sueño diurno”, que —si bien dijo que se basaban en los relatos de una joven paciente— tomaba los temas que había trabajado en su análisis con Sigmund Freud.
Fantasías que, según cita, constan de tres etapas, que Anna Freud diferencia. La primera es la creación de la fantasía, que, sustituyendo a la escena de amor entre padre e hija, se presenta distorsionada por la represión y la regresión a la etapa sádico-anal, y encuentra su expresión a través de una escena de flagelación, logrando su goce sexual mediante la satisfacción masturbatoria. Diferencia que aquí estaría en el goce con la micción, al que el autor hace referencia como fantasías urolágnicas.
Avanzando en su texto, también encontraremos una referencia en pie de página al texto freudiano “Pegan a un niño. Contribuciones al conocimiento de las perversiones sexuales” (1919).
Y, al ir concluyendo, nos encontraremos con las recomendaciones técnicas de Havelock Ellis en las primeras entrevistas y su cita “Sobre la dinámica de la transferencia”, de Sigmund Freud, para dar su opinión respecto a la transferencia positiva y la transferencia negativa frente a las actitudes “del investigador” que quiere “forzar”:
“...por buenas que sean sus intenciones, a menudo se olvida que tiene una responsabilidad en educar(5) y desarrollarse; cae en la actitud de combate… despierta el correspondiente impulso de hostilidad y resistencia en la oposición. Es una falacia plausible en la que caer. Pero en este campo, adoptar el método de la fuerza, aunque sea sutilmente moral, es condenarse de antemano a la derrota”.
Mucho es lo que podremos extraer de este “texto sensacional”, al decir del maestro Jacques Lacan. Compartimos su opinión.
NOTAS
(1) Ya que, como bien anuncia Carlos Marcos, podría tratarse de una novela,
habida cuenta de la lectura de la autobiografía de Ellis, de la no
identificación de la paciente y ausencia de sus citadas cartas en esta obra.
(2) Quien fuera analista de la pionera en el psicoanálisis de niños, Hermine
Von Hug-Hellmuth, y su albacea para el ingreso a la Sociedad de los Miércoles.
(3) Ver el exquisito texto sobre Sabina Spielrein de esta misma editorial,
Letraducciones: Sabina y la poesía del psicoanálisis. Escritura y fin de
análisis, de Michael Gerard Platow, quien investiga acerca del análisis de Sabina
con Carl Gustav Jung y su fin de análisis logrado a través de la escritura. La
poesía (2022).
(4) Mujeres del psicoanálisis, Adriana Beuille, Nancy Hagenbuch, Ester Noemí
Migrabi y Stella Maris Díaz de Luraschi.
(5) Educar podría suponerse una función del análisis en esos primeros tiempos
del psicoanálisis.