Sección: “Entre tangos y vino tinto”. Editorial Muerde Muertos reedita el Manual sadomasoporno de Alberto Laiseca | Por Magda Bárcenas Castro para Milenio de México | Domingo 15 de julio de 2018
Tuve la dicha de volver a reunirme con amigos escritores, aquellos con los que alguna vez estudié aquí en Argentina mi primer taller de escritura. El más memorable. El mítico. El que no volverá a repetirse. El tiempo se ha ido demasiado rápido, los años pasaron como los ojos a estas letras, pero lo que nunca se va a ir de mi cabeza es el recuerdo de un escritor que nos entregó su tiempo, sus palabras, su paciencia pero sobre todo el que nos regaló toda la inspiración: nuestro mentor Alberto Laiseca.
Eran las 20:00 horas cuando llegué hasta la calle Cabrera 4422, justo en la Escuela Freudiana de Buenos Aires gracias a la invitación de mis amigos José María y Carlos Marcos. ¿El motivo? La reedición del Manual sadomasoporno (ex tractat), un libro donde la mayor parte de la obra aparenta ser una narración de un tipo que se la sabe todas, hasta que al final vemos una historia de amor. Así era Lai, una caja de sorpresas viviente.
Esta presentación para mí ha sido la más significativa pues el creador del realismo delirante se hizo eterno el 22 de diciembre de 2016, y es hasta ahora y gracias la Editorial Muerde Muertos que Ana Grynbaum y Selva Almada se reunieron para recordarnos la creación, el comienzo y el significado de esta singular pieza literaria que particularmente disfruté muchísimo leyendo. Lai está en cada una de esas letras, era así, y cada que repaso los textos lo hago recordando aquella voz que siempre retumbará en mi cabeza, aquella con la que nos decía a todos: “Seguí leyendo, seguí escribiendo, seguí… seguí… seguí”. Él siempre nos alentaba, quizá por eso cada vez que contamos alguna de sus anécdotas sigo hablando de él en tiempo presente y nunca en pasado, porque Alberto Laiseca para los discípulos, para sus seguidores, para sus amigos y para todos los que lo conocieron… no ha muerto.
La presentación fue un éxito y su obra literaria continúa regándose como él siempre añoró; me siento muy afortunada de haberlo conocido, de haberlo visto sonreír y de que aún sin estar físicamente se quedara conmigo. Después de la presentación nos quedamos horas platicando, llegué tarde a casa con mi novio Fede y nos fuimos a dormir. Esa madrugada tuve un sueño maravilloso en el que revivía la misma escena que horas antes había visto, era como la segunda toma de una película en la que falta algo y lo añaden después. Ahí estaba Alberto Laiseca viéndonos a todos desde atrás, al lado de su hija Julieta, sonriendo en la presentación de su libro, con un vasito de vino y fumándose un cigarrillo, señal de que sin duda… él estuvo ahí.