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Con Cortázar en Berkeley

Reseña de Mondo cane (Muerde Muertos, 2016), de Pablo Martínez Burkett. Por Marcos Tabossi para Periódico Irreverentes (*)

Si al leer Mondo cane —el último libro de relatos de Pablo Martínez Burkett— me transportó en el tiempo y me voy, en un instante, a una de las clases que Cortázar dio en el año ochenta en Berkeley sobre la literatura fantástica, significa, al menos, que ya valió la pena.
En ese viaje, veo a Cortázar hablando sobre cómo se puede pensar, en cierta literatura, el principio de incertidumbre: en el momento que se llega al límite de cierta expresión, ya sea la expresión de lo fantástico o la expresión de lo lírico en la poesía, más allá empieza un territorio donde todo es posible y todo es incierto y al mismo tiempo tiene la tremenda fuerza de esas cosas que sin estar reveladas parecen estar haciéndonos gestos y signos para que vayamos a buscarlas y nos encontremos un poco a mitad de camino, que es lo que siempre está proponiéndonos la literatura fantástica cuando lo es verdaderamente.
Vuelvo al texto de Burkett y pienso que, efectivamente, llega al límite de cierta expresión y transita un territorio donde todo es posible y todo es incierto. Mondo cane es un viaje constante que no entiende de límites temporales ni espaciales. Se trata de sesenta relatos cortos que tienen la potencia suficiente para ganar por knock out.
Sigo paseando por las páginas de Mondo cane y el flashback es inevitable porque el autor, con su exquisito vocabulario, siempre al servicio del texto y nunca a merced de su propio ego, con la adjetivación precisa (como si no existiera la posibilidad de un sinónimo), con sus nociones de física cuántica y el trabajo sobre las partículas elementales y los mundos paralelos, con la referencia constante a la mitología, y contando historias en un tono a veces de ensayo, otras de notas periodísticas o de crónicas, me hace viajar, por ejemplo, hasta Borges. Y ese es un viaje muy placentero, por cierto.
Cada relato comienza con una cita que ya, de por sí, nos obliga a tomar aire para continuar. Leyendo, por ejemplo, de sopetón apenas dada vuelta una página, la frase: el instante es el equívoco en que el tiempo y la eternidad se tocan (Kierkeegard), no podemos menos que rascarnos la cabeza. Pero si de todos modos nos animamos a continuar, vamos a encontrar el mondo Burkett que nos habla —en la voz de narradores extremos— de conjuros, de pactos con el demonio, del origen del mundo, del apocalipsis, de papiros que podrían salvar al mundo, de crónicas perdidas, de zombis, de caníbales, de planetas y galaxias desconocidas, de pinturas que cobran vidas, de estatuas que emergen de lo profundo de la tierra, de experimentaciones extremas, de inteligencia artificial, de la resurrección, y de tantos otros mundos posibles.
Cada vuelta de página es un nuevo mundo desprovisto de las leyes conocidas porque Pablo Martínez Burkett trabaja ahí, donde el límite entre lo real y lo fantástico cesan de valer y las dos cosas se fusionan.
(*) viernes 11 de noviembre de 2016