Entrevista a Alberto Ramponelli en Horas Robadas a la Noche, espacio dirigido por Julia Tonello y Nicolás Doffo.
1) ¿Dónde escribís?
—Por lo general en mi estudio, que es una habitación de mi
casa donde tengo la computadora y la impresora, gran parte de mi biblioteca y
los objetos fetiches que se suelen acumular en un sitio así: fotos de
escritores y seres queridos, objetos recolectados en viajes, etc. Suelo
escribir también en los bares donde voy a leer y tomarme un café. En estos
casos, la escritura es subsidiaria de la lectura, anoto alguna idea que me
surge a partir de lo que estoy leyendo.
2) ¿Trabajás en computadora o a mano?
—Computadora en mi estudio, a mano en los bares.
3) ¿Escribís todos los días? ¿Tenés un horario fijo?
—Depende de lo que esté escribiendo. Si es una novela, trato
de darle continuidad, ya que un texto narrativo largo no se puede escribir de
manera esporádica. No conviene, se pierde el ritmo, el tono narrativo. Prefiero
escribir por las tardes.
4)¿Cuánto tiempo le dedicás?
—En el acto de escritura incluyo, desde luego, la corrección
del texto. Por lo general, si se trata de un texto narrativo largo, antes de ponerme
a escribir le doy una mirada a lo último escrito y hago los retoques que
considero necesarios. Sería como un precalentamiento, un entrar en clima antes
de soltar los dedos por el teclado. Si consideramos todo este proceso, le
dedico bastante tiempo.
5) ¿Algún ritual, costumbre o manía a la hora de sentarse a
escribir?
—Café y cigarrillos a mano, la luminosa penumbra exacta en
mi cueva de escritor. Y sobre todo: estar absolutamente despojado de cualquier
fatigoso voluntarismo.
6) ¿Cuándo das por terminado un texto? ¿Qué recorrido
emprende ese texto?
—Cuando vislumbro que las correcciones a que lo someto en
lugar de mejorarlo (según mi criterio, claro) amenazan perjudicarlo. Dicho de
otro modo, cuando el texto me muestra mis límites como escritor. El destino
posterior es aleatorio, puede ir a un concurso, a una editorial para su
eventual publicación, o a las tinieblas de un cajón (o de un archivo Word),
cuando todavía no me convence.
7) ¿Qué relación tenés con tu biblioteca?
—Para mí los libros son entes vivos. Ya lo dijo Quevedo en
su célebre soneto: “Vivo en conversación con los difuntos / y escucho con los
ojos a los muertos”. El autor puede estar muerto, pero su legado, el libro, no.
Y por lo general son más los autores muertos que los vivos en una biblioteca.
Al menos en la mía es así. Visto de otra perspectiva, alguien dijo que un libro
se abre y un mundo comienza a bullir. Así siento a mi biblioteca: una múltiple
llave a otros mundos.
8) ¿Qué libro te gustaría leer?
—Todos los que aún no leí.
9) ¿Qué cinco libros no pueden faltar en tu biblioteca
ideal?
—Partiendo de lo obvio, que cinco es un número absolutamente
arbitrario, digo hoy (quizás mañana esta lista cambiaría): El Aleph o Ficciones
(Borges), Absalón, Absalón
(Faulkner), El proceso (Kafka), La pesquisa (Juan José Saer) y Meridiano de sangre (Cormac Mc Carthy).
Y dejo afuera, lo que me parece un sacrilegio, a Cortázar, Macedonio Fernández,
Rodolfo Walsh, Fernando Pessoa, Dylan Thomas, Steven Millhauser, y otros más
que bien podrían integrar esa lista.
10) ¿Cuáles son los autores/libros que te parecen más
sobrevalorados y cuáles los menos valorados?
—Prefiero reservarme la opinión.
11) ¿Qué relación tenés con la inspiración?
—Cambiante. A veces es más fluida, a veces no tanto. Creo
que también se la puede convocar. En mi caso, a través de la lectura.
12) ¿Cuándo una persona se convierte en un buen lector?
—Cuando lee por el puro placer de la lectura. Hablo de un
placer exigente.
BONUS TRACK
—Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.
—Experiencias e impresiones de escribir estimulado por alguna sustancia o en un estado de conciencia alterado.
—¿Nos mostrás tu biblioteca y tu lugar de trabajo?