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“Beber en rojo” en Eclipse del alma

Reseña de Beber en rojo (Drácula), de Alberto Laiseca (Muerde Muertos, 2012), en Eclipse del alma (*)

Genial y divertido. No puedo decir otra cosa del maravilloso bigotudo que escribiera esa obra descomunal y compleja como Los sorias.
Tampoco está demás decir que no creo que se lo pueda comparar con nadie, por lo menos yo no puedo, y eso para mí ya es importante. Ya lo había disfrutado en ese hermoso y por momentos disparatado Cuentos completos, conseguido en unos de mis viajes a Córdoba.
En este caso, en mis recientes vacaciones en la provincia de Salta, buscando algo para leer, me encuentro con un compilado de historias de terror, en donde entre Laiseca y otros, aparecía G. Rolón... y me dije, “ni en pedo compro el libro donde Laiseca comparte con Rolón”. Obviamente no me gusta para nada este último.
Por lo tanto, a buscar otra cosa, y estaba este Beber en rojo, una especie de relectura de esa obra clásica de Stoker, Drácula.
En este caso, Jonathan Harker es contratado por un Conde en los Cárpatos para que le organice una descomunal biblioteca de un millón de ejemplares aproximadamente, mientras que Jonathan acepta el trabajo, sabiendo de antemano lo que debe hacer (por supuesto, tiene que...) —¡epa, no spoilers!
Pero, con el correr de los días, entre charlas, bebidas y lecturas, la relación entre este ser inmortal y el supuesto bibliotecario comienza a cambiar, y aparece la admiración, el respeto y los matices que emergen entre un Maestro y su Discípulo (¿quién elige a quién?).
Así, la idea-plan de Jonathan cambia, y con ello lo hace la comprensión de Drácula, un tipo que sabe de muchas cosas (bebidas, mujeres, libros, astrología, etc.). Con el tiempo llega Lucy Humboldt (esposa de Harker), fundamental para el cambio tanto en el Conde como en la niña que vive en el castillo desde hace mucho tiempo y forma parte de la servidumbre de aquel.
También, a instancias del Conde, Harker escribe un ensayo acerca de los monstruos y su importancia en el arte, repasando monstruos históricos de una variedad de películas e historias que nos muestra realmente el amor de Laiseca por ellos, y el profundo conocimiento en la materia que posee, y del que se nutre.
Para terminar, no se puede dejar de señalar la importancia no sólo de lo monstruoso sino de lo erótico (y por momentos pornográfico —¿dónde está la frontera entre ellos?—) en esta obra, que se termina más rápido que un breve vaso de coñac... llenado con sangre fresca extraída de nuestro hemobanco amigo.
Un libro que hay que leer.
(*) Publicada el 2 de febrero de 2013.