La lupa del realismo delirante está puesta en las profundas relaciones entre el erotismo y el horror, pero el fuerte contenido sexual que esconde el Drácula, de Stoker, aparece en primer plano, mientras que el horror se menciona como una vieja emoción latente. Y no se produce ninguna contradicción entre ambas obras, sino que operan como un complemento, pues, en cierto modo, el miedo y el deseo suelen ser dos caras de una misma moneda.
Del prólogo de José María Marcos
Espejo miniaturizado de Los sorias, la novela Beber en rojo (Drácula), de Alberto Laiseca, aborda el tema de la importancia del monstruo en el arte y nos invita a comprender el mundo a través del bello lenguaje de la noche y los abismos.