Desde lo formal, Beber
en rojo es una reescritura del libro de Bram Stoker, con un Jonathan Harker
que llega en el 2001 al castillo del Conde Drácula con la excusa de ser
bibliotecario, aunque en el fondo sabe que está frente a un monstruo milenario
que debe exterminar clavándole una estaca. A su vez, el inicio recuerda al
cuento “La caída de la Casa Usher”, de Edgar Allan Poe, y a la novela Ella, de Henry Rider Haggard. De aquí en adelante, situados Harker
y el lector en esta geografía literaria, el autor comienza a torcer el curso de
los acontecimientos para reflexionar sobre la literatura y aquello que nos hace
“humanos”.
Desde estas coordenadas, Laiseca brinda una síntesis de su
arte poético —con el horror, el erotismo y el delirio como ejes—, brindando una
perspectiva de lectura para su exuberante obra, que tiene como supernova a la novela Los sorias. Así las cosas, con un impecable ensayo sobre “La
importancia del monstruo en el arte” (“escrito por Jonathan Harker”), Beber en rojo (Drácula) resulta una clase magistral de literatura, a la altura de libros como Mientras escribo, de Stephen King, o El horror sobrenatural en la literatura,
de Howard Philip Lovecraft.
Un acierto de esta reedición es la incorporación de un
prólogo a cargo de José
María Marcos , escritor especializado en horror contemporáneo,
quien hace un repaso de la relación del escritor de Camilo Aldao con esta
corriente. Leyéndolo como “deriva” de la literatura gótica, afirma que la obra del
creador del “realismo delirante” es como una grieta que se abre “para impedir
la calcificación del sentido y las jerarquías del pensamiento”.
Pese a la
enorme cantidad de obras citadas por Laiseca, no es un libro con pasajes
herméticos sólo para iniciados, sino todo lo contrario: está escrito con el
ánimo celebratorio de un maestro que desea transmitir sus conocimientos a
lectores y futuros escritores. Es el resumen de alguien que ha disfrutado de un
viaje y vuelve para contarlo.