Hace mucho frío cuando Artaud el Muerde Muertos es quien sopla | Manifiesto Artaud de Todo

La Nación | Halloween. Lecturas para esperar Noche de Brujas con los pelos de punta

El género de terror, que suma adeptos año a año, gana también un prestigio que hasta hace poco tiempo le estaba negado; varias editoriales publican novelas, libros de cuentos, reediciones de clásicos y poemarios.

De ser considerado un género menor por mucho tiempo (aunque con un público masivo), en la actualidad el terror está de moda y no hay editorial que se prive de incluirlo en su catálago; de pronto, los discípulos de Edgar Allan Poe y H. P. Lovecraft son legión. En la Argentina, que no es la excepción de una tendencia internacional, varios autores contemporáneos renovaron una tradición dejada de lado. De Mariana Enriquez a Agustina Bazterrica, pasando por Marcelo Figueras y Marina Yuszczuk (reciente ganadora de la primera edición del Premio de Novela Sara Gallardo con su novela de vampiras), los escritores argentinos cultivan el arte de provocar espanto con palabras.
“El terror siempre fue atractivo para los jóvenes lectores: Drácula, Frankenstein, relatos de Poe, Lovecraft —dice Cristina Alemany, editora y especialista en literatura juvenil—. Esas lecturas llegan hasta nuestros días. Son de culto, como todo lo relacionado con vampiros y zombis. También hace rato que los chicos adoptaron a Stephen King como uno de sus autores predilectos. Sin ir más lejos, hablamos de lo oscuro en la literatura juvenil en La Noche de las Librerías y volveremos a tomar el terror y los villanos en la Feria de Editoriales y Librerías de Buenos Aires (Felba), el domingo 7. El tema está instalado y esto no es solo juvenil. Parece que se necesita cada vez más adrenalina. Ya no nos asusta tanto Voldemort y, últimamente, nos hacen amar a los villanos, al humanizarlos. Hay que buscar relatos más tenebrosos”. Alemany recomienda La ciudad de los fantasmas y Una canción salvaje, de Victoria Schwab; El oscuro descenso de Elizabeth Frankenstein, de Kiersten White; Extraña gracia, de Tessa Gratton; El bosque de las cosas perdidas, de Shea Ernshaw; la serie John Cleaver, de Dan Wells, Hasta los huesos, de J.R. Johansson; El vals de la bruja, de Belén Martínez, y Asesino de brujas, de Shelby Mahurin.
Agustina Bazterrica, premiada como “Dama del Terror” en 2021, recomienda dos libros. “La antología de cuentos de Charlotte Perkins Gilman, donde se puede leer ‘El empapelado amarillo’, cuento de terror, pero además considerado el primer cuento feminista —dice a LA NACIÓN—. Estos cuentos los escribió a fines del siglo XIX, pero la editorial argentina Erizo Ediciones los tradujo y los editó en 2020. Y Las Voladoras (Páginas de Espuma) de la ecuatoriana Mónica Ojeda, cuentos donde el lector tiene que lidiar con la contradicción interna de encontrar belleza en el horror”.
Pablo Martínez Burkett, que en pocas semanas presentará el libro de (trece) cuentos El banquete de Tántalo (Muerde Muertos) elige “clásicos inoxidables” para leer. “Narraciones extraordinarias, de Poe. De alguna manera, y simplificando, todo lo que vino después es tributario de este libro. También El exorcista, de William Peter Blatty, que junto con El bebé de Rosemary, de Ira Levin, y El otro, de Thomas Tryon, convirtieron al terror en fenómeno popular y anticiparon a Stephen King. Y un clásico bien argentino, aprovechando que lo volvieron a editar: El mal menor, de C.E. Feiling que, aunque parezca anglosajón, es más argentino que la milanesa a la napolitana. La novela es formidable porque en un paisaje local, un típico departamento que desplaza al castillo gótico, se juega una trama que se abisma en solapamientos oníricos, portales entre pesadilla y vigilia, el trasegar de entes malignos y la esgrima de la protagonista y un tarotista uruguayo contra las acechanzas de la oscuridad”.

Ocho novedades para temblar en Noche de Brujas

► “Venía andando hacia nosotros, lo cual no me sorprendió. La mayoría, no todos, pero sí la mayoría, se sienten atraídos por los vivos durante un tiempo, igual que los mosquitos se ven atraídos por una lámpara antimosquitos. Es una forma un poco fea de expresarlo, pero es la única que se me ocurre”, se lee en Después (Plaza & Janés), de Stephen King, maestro indiscutido de la literatura de terror. El narrador, Jamie Conklin, único hijo de una madre soltera (y agente literaria, lo que da pie a ironías sobre el submundo editorial), tiene una rara habilidad sobrenatural que debe mantener en secreto: puede ver aquello que el resto de los mortales ignora. Debido a eso, se involucra (contra el deseo de su madre) en una investigación policial que lo pondrá en riesgo. Como en IT, King recurre otra vez a las angustias infantiles para crear una historia inquietante. En noviembre, llega a las librerías locales un thriller del autor estadonidense: Billy Summers.
► La reedición de El mal menor (La Bestia Equilátera), de C. E. Feiling (1961-1997), es un acontecimiento para la nueva generación de lectores, que tal vez desconocían que en el país se había escrito, como lo presenta Luis Chitarroni en el prólogo, este “libro imprescindible de nuestra literatura”. Ambientada en Buenos Aires en los años 1990, más un breve episodio cubano, la novela sigue los pasos de Inés Gaos, una joven empresaria y cocainóamana recién divorciada, en pareja con el malogrado Leopoldo Vidal Casares. En el relato, que alterna las voces del narrador y la de Inés, se narran los acontecimientos sobrenaturales que suceden desde la primera noche en su nuevo departamento porteño. Como el mal no deja de asediarla, Inés decide consultar al vidente uruguayo Nelson Floreal, que no tarda en advertirle que la acosan seres tenebrosos que intentan escapar del mundo de los sueños y saltar el cerco que los mantiene a raya de la realidad (hasta cierto punto). La reedición coincidió con el estreno de El prófugo, film de Natalia Meta inspirado en la novela, y protagonizado por Érica Rivas y Daniel Hendler.
Todos los demonios están aquí (Alfaguara), de Marcelo Figueras, narra una historia ambientada en los días del “terrorífico” estallido social de 2001. Tomás Pons, un psiquiatra de buen carácter (aunque atormentado por el recuerdo de su malvado padre), deja su puesto en un hospital público para trabajar en una clínica psiquiátrica situada en una isla de Tigre. Allí comienza a ser testigo de violentas situaciones que, de a poco, asumen un cariz sobrenatural. El doctor Pons, un hombre culto, también descubre inscripciones en las paredes, con citas textuales de la Divina Comedia, que se convierten en pistas en su intento de dilucidar el misterio de la casona. El mismo Figueras, como experiodista de Clarín y guionista del film Plata quemada, hace un cameo en la novela, difícil de dejar una vez que se la ha empezado a leer.
► La publicación en español de Gótico (Minotauro), novela de la mexicana-canadiense Silvia Moreno-Garcia, llega al país precedida por el reconocimiento internacional. Con esta obra, la autora ganó el Premio Goodreads a Mejor Novela de Terror de 2020 (que conceden los lectores) y el Premio Locus a Mejor Novela de Terror de este año. En la estirpe de las historias que transcurren en casas encantadas y macabras, Gótico está protagonizada por Noemí Taboada que, luego de recibir una extraña carta de su prima, viaja a High Place, una casa en el campo en México, donde se enfrentará al malévolo y gentil marido de su prima. Corren los años 1950, y la joven huésped comienza a tener pesadillas con visiones de sangre, violencia y locura. Definida como una obra de “gótico poscolonial”, la novela presenta el supremacismo blanco, la xenofobia y el racismo como avatares modernos del mal. Tradujo Alexander Páez-García.
► Ganador del Premio Nacional del Concurso de Letras 2020 del Fondo Nacional de las Artes, Siamesas (Ediciones Ayarmanot), de la tucumana María Belén Aguirre, es un libro de poemas de terror, que cuenta el vínculo entre dos hermanas unidas por la cabeza y la madre, que es su único contacto con el afuera. Descripta por su autora como una nouvelle en verso, la obra resignifica episodios de la historia argentina (la guerra de Malvinas, por ejemplo) y del campo del arte, la danza y la literatura, mientras despliega una belleza oscura en la voz de las dos hermanas postradas en un camastro. Los poemas de Aguirre, guionista y gestora cultural además de escritora, representan el mundo desde la mirada espectral de los seres rechazados: “Madre trajo entre sus manos / un frasco medio lleno / de agua sucia / Nos dijo: / Miren y traten / de no empaparse. / Esta es la lluvia. / Y cuando el frasco rebasa / la tormenta / la inundación”.
El horror de Providence (Muerde Muertos), novela del paraguayo Patricio Chaija, se puede leer como un homenaje a Lovecraft, en el estilo de los “relatos dentro del relato”. Stephen King, Peter Straub, Clive Barker, Ramsey Campbell, Richard Matheson, Edgar Allan Poe, Robert Bloch y Dan Simmons asisten al funeral del autor de En las montañas de la locura y participan de una competencia literaria: ¿cuál de ellos es capaz de inventar la historia más aterradora? El ganador se quedará con la mansión del solitario de Providence. “Sobre la repisa una foto del grupo de amigos, de una excursión que habían hecho mucho tiempo atrás a las montañas, los observaba -se lee en las primeras páginas-. En ella todos eran más jóvenes. Una extraña algarabía matizaba los rostros barbados. Ninguno pronunció nada, porque querían que su amigo se tomara su tiempo para hablar. Entre tanto el mayordomo entró y les llenó las copas. Ninguno vio de dónde había salido, pero el imperturbable hombrecito, rígido en su traje, caminó con pasos nerviosos y se detuvo junto a cada copa. Luego se marchó. Nadie le prestó atención. Todavía estaban embelesados con el sonido de la voz del que había comenzado a hablar”.
Una bruja en el tiempo (Gamon), novela debut de la estadounidense Constance Sayers, entrelaza la ficción histórica y una trama moderna, con una heroína que lleva a cuestas una maldición trágica que atraviesa las décadas. Cuando Helen Lambert, en mayo de 2012, acepta una cita a ciegas y visita con su galán (Luke Varner) un museo de la ciudad de Washington, se reconoce a sí misma en el retrato de una joven pintado a fines del siglo XIX. “La observé desde la banca. La chica de la pintura me miraba fijamente. Llevaba el pelo en una sencilla cola de caballo; algunos mechones estaban sueltos y le enmarcaban el rostro. Me recordó a mí cuando tenía trece años, antes de la ortodoncia, de la cirugía que reparó mi nariz rota y del vibrante color cobrizo de mi pelo que reemplazó mi castaño natural. Su cabellera era magnífica y rebelde. Cuanto más la miraba, más tenía la sensación de que había hecho muchos esfuerzos para no parecerme a ella. Sus ojos eran tristes y dolientes”. A partir de entonces, comienza a soñar con historias demasiado vívidas para no prestarles atención. ¿Encontrará Helen la manera de romper el hechizo? Tradujo María Inés Linares.
► La antología de cuentos de terror Mujeres letales. Obras maestras de las reinas del terror (Edhasa), al cuidado del escritor y editor Graeme Davis, reúne veintiséis cuentos escritos por mujeres entre 1830 y 1908. Entre ellas, figuran algunas escritoras reconocidas (algunas insospechadas de haber escrito relatos del género), como Harriet Beecher Stowe, Louisa May Alcott, Mary Shelley, Elizabeth Gaskell y Edith Wharton, y otras menos populares, como Alice Rea, Helena Blavatsky (fundadora de Sociedad Teosófica), Mary Elizabeth Braddon y Eliza Lynn Linton, primera periodista inglesa que cobró un sueldo por su tarea, publicó veinte novelas y fue experta en brujería. “Las mujeres no solo leían narrativa gótica y sensacionalista en general: también la escribían”, observa Davis. Tradujo Pablo Ingberg.