Reseña de Desatormentándonos (Muerde Muertos, 2020) de José María Marcos | Por Lucas Berruezo para El Lugar de lo Fantástico
“A la vuelta, mi padre me mandó a dormir y pude escuchar que siguieron discutiendo. No sé cuántas horas, porque, si bien intenté quedarme despierto, el sueño me venció. ¿Qué más podía pasar? Tarde o temprano, el sueño vence a los vivos y a los muertos que sufren insomnio”. José María Marcos, “El abuelo Bubby”, en Desatormentándonos.
Razones ocultas: el número “10”
Cuando terminé de leer Desatormentándonos, no pude evitar preguntarme por qué un libro así tuvo que esperar diez años para ver la luz. La historia de la literatura está llena de paradojas y de casos en los que los libros toman caminos misteriosos e inexplicables, como si siguieran los designios de una deidad textual caprichosa. Esto parece haber ocurrido con la compilación de cuentos que hoy nos ocupa. Su autor, José María Marcos, de forma consciente o tal vez sin saberlo, pareció seguir, con coherencia y disciplina, una constante que tiene al número “10” como protagonista.
Sin intención de hacer numerología, se puede señalar que, a veces, ciertos números se destacan en algunos textos. En la Divina comedia, por ejemplo, podemos ver cómo, entre otras tantas claves alegóricas, sobresale el número “3”: tres partes, treinta y tres cantos, tres protagonistas, estrofas formadas con tercetos encadenados... En el caso de Desatormentándonos, es el número “10” el que no deja de llamarnos la atención, principalmente por las relaciones extratextuales que se establecen con él. Diez cuentos, que tardaron diez años en reunirse en un único tomo, justo para conmemorar los diez años de vida de la editorial Muerde Muertos, en el año 2020 (es decir, “2” veces el número “20”, que si lo dividimos justamente por “2” nos da “10”). Así, vemos que el motivo por el cual este título tuvo que esperar una década para nacer nos trasciende, guarda razones misteriosas y hace de él (cuando no de nosotros, sus lectores) un elemento digno de una de sus historias.
En fin, existen cuestiones que no podemos entender, mandatos que seguimos y cumplimos sin siquiera darnos cuenta. El mundo, en muchas ocasiones, se nos rebela peligroso en la imposibilidad de explicar sus fenómenos. Es ese mundo que, no pocas veces, nos atormenta. Por suerte existen libros como éste: para poder conjurar el miedo con el terror; para perdernos en sus historias; para, en definitiva, desatormentarnos.
Terror desde todos los frentes
Los cuentos de Desatormentándonos nos muestran diferentes argumentos, pero todos coinciden en dos aspectos fundamentales: el terror y lo fantástico. Las historias combinan, de manera magistral, el miedo con los pliegues oscuros de una realidad que, en el plano de las vivencias, insistimos en considerarla rígida, transparente y explicable. Desde experimentos que se vuelven en contra del experimentador hasta animales aparentemente inofensivos que traen a la Tierra el apocalipsis, el libro presenta máquinas tan humanas como un dios que se enamora, seres de la noche cuya sensualidad nos pierde en la espera que obliga su ausencia (y, fatalmente, su presencia), muertos que vuelven a la vida para enseñarnos las bondades de la muerte, entre otras tantas singularidades. El talento de José María Marcos para sorprendernos página tras páginas es notable.
Por mi parte, me gustaría mencionar de manera especial “El Cangrejo”, uno de mis favoritos. En él, un narrador ya adulto cuenta una anécdota que, según cree, casi le costó la vida cuando era chico: aquella vez en que él y su amigo Gastón Capistrano decidieron meterse en la residencia El Cangrejo, perteneciente al fotógrafo Eusebio Cardini, mientras éste se encontraba en la taberna del pueblo. Lo que comienza siendo una travesura inocente (los chicos no buscaban más que “robar” nísperos y ciruelas) se convierte en una experiencia traumática que llegará a romper las leyes naturales tales y como las conocemos. “El Cangrejo” es un relato fantástico de una precisión milimétrica, que deja al lector alucinado. Poseedor de un final sorprendente (del que no diré nada para evitar todo posible spoiler), llegamos a él poco a poco, en una especie de descenso a lo inquietante. Cuando lo terminé de leer, no pude más que quedarme en silencio, con la vista perdida en cualquier parte y la mente poco menos que desecha.
“Que sea rock”
El título del libro, Desatormentándonos, que también es el nombre de uno de los cuentos, hace alusión al primer álbum de Pescado Rabioso, banda legendaria del rock argentino liderada por Luis Alberto Spinetta. Este paralelismo con el rock nacional lo podemos ver también en los otros dos libros que publicó la editorial Muerde Muertos en este festejo por sus diez años. Me refiero a No obstante lo cual de Carlos Marcos (que hace referencia a Riff, banda de Pappo) y Olvidemos todo de una vez de Fernando Figueras (cuyo título es, a su vez, un verso de la canción “Estertor” de Babasónicos). Esta triada rinde, entonces, un doble homenaje: por un lado, remite a la música y, por otro, es una celebración de la misma editorial Muerde Muertos, que hace diez años nacía con tres títulos de estos mismos autores.
Imperativo categórico
No voy a negar que soy un admirador de José María Marcos. De hecho, considero que Muerde muertos, novela que escribió junto a su hermano Carlos, es una de las mejores novelas de terror fantástico de la literatura argentina. Ahora, Desatormentándonos viene a continuar lo que hace diez años comenzó con Los fantasmas siempre tienen hambre, su primer libro de cuentos. Decir que recomiendo todos estos libros sería como decirle a una persona que acaba de ser mordida por una serpiente venenosa que tome el correspondiente antídoto. Más que una recomendación, es una exigencia. Lean Desatormentándonos. Lean todo José María Marcos.