Por Mauro Yakimiuk para Entre Vidas, domingo 25 de septiembre de 2016
El escritor Martín Etchandy publicó el desopilante libro de cuentos Estoy harto de que me saquen fotos con la Editorial Muerde Muertos en el que se destaca la originalidad de cada historia en la que se dan situaciones disparatadas dentro de la vida cotidiana. El autor estuvo hablando con Entre Vidas de su flamante publicación y anticipó el nombre tentativo de su futura antología de poesía llamada Las horas salvajes.
—¿Tenés algún ritual en el momento previo a ponerte a escribir?
—No, porque por lo general la inspiración me toma por asalto; es un momento imprevisible, vertiginoso, de puro placer para mí. No busco el momento, sino que el momento me busca a mí.
—¿Con qué frecuencia escribís?
—Hay épocas en las que me siento a escribir casi todos los días, especialmente en el verano o en vacaciones y otras en las cuales la escritura aparece mucho más espaciada, como un remanso que asoma a veces entre tanto esfuerzo y laburo cotidiano.
—¿Cómo fue el proceso de selección de los cuentos que aparecen en el libro Estoy harto de que me saquen fotos?
—Hay cuentos de estos últimos tres años, la mayoría, que surgieron de una manera muy espontánea, libre, como una aventura creativa. Y otros de viejas épocas (universitarias, por ejemplo) que fueron rescatados de los archivos y reescritos tratando de ser fiel a la idea que les dio origen. No hubo descartes, sino más bien una combinación de nuevas obras y rescates.
—¿Cómo surgió la idea de la tapa del libro?
—Es una gran creación de Mica Hernández, a partir del comentario de un personaje del cuento Pasen que hay fiesta. El protagonista de esta historia tiene una vecina muy molesta que se pasea por todo el edificio con su erizo. Y el protagonista sueña con quitarle las espinas y usarlas para pinchar quesitos y aceitunas en una picada. Aunque pueda parecer extraño (a mí me parece), algunas personas adoptan estos bichos como mascotas.
—¿Cómo se dio la posibilidad de publicar con la Editorial Muerde Muertos?
—Los conocí a través de mi colega y amigo Patricio Chaija, me habló de la editorial y de una colección en la cual mi antología podía encajar. Cuando les envié el libro por suerte les gustó mucho y fue muy sencillo y cómodo todo el proceso de edición con ellos.
—En el cuento Un préstamo una almeja le pide a un hombre que le preste treinta pesos. ¿Cuál fue la imagen disparadora que dio inicio a esa historia?
—Yo también me pregunto cómo fue que terminé escribiendo una historia en la cual un veraneante termina dialogando con una almeja, ja, ja. Supongo que en la gestación de este cuento habrá influido mi fascinación por las situaciones insólitas de la vida cotidiana. Todo el tiempo estoy atento a lo inesperado que puede sucedernos en cualquier momento.
—¿De qué temas te nutrís para escribir historias tan disparatadas?
—De todo lo que me genere asombro, diversión, risa, reflexión; que es un poco lo que busco producir con las historias. Cualquier tema o situación que derive en un delicioso absurdo me interesa a la hora de escribir.
—¿Cuál es tu cuento favorito del libro y cuál el que destacan los lectores?
—Tengo varios que me producen mucha satisfacción y felicidad, no podría elegir uno. Con respecto a los lectores, no hay un acuerdo definitivo, aunque Un estudio antropológico de los indios hatsadu y Estoy harto de que me saquen fotos aparecen entre los más mencionados.
—¿A qué le atribuís que una gran cantidad de escritores estén publicando libros de literatura infantil o juvenil? ¿Está en tus planes volcarte a ese género?
—Es una buena noticia que muchos escritores estén escribiendo para niños y adolescentes, porque eso significa que la literatura está muy viva y sigue teniendo un gran futuro. Supongo que tendrá que ver con las ganas de atrapar y conmover a esos lectores para que sigan siéndolo hasta el final de sus vidas. Yo no pienso en los lectores mientras escribo, solamente me interesa concentrarme y poner toda la energía en la obra que está naciendo. El momento de pensar en el lector es posterior. Así que no hago planes con respecto a los géneros o los destinatarios, simplemente dejo que aparezcan las obras y luego veremos.
—¿Qué posibilidades hay de ver una historia tuya en teatro o en cine?
—Escribí algunas cosas para teatro, una obra con pequeños sketches o situaciones humorísticas, Risas modestas, y una pequeña farsa que se llama Sopa de cretinos. Y el cine siempre me ha fascinado, pero creo que se debería tener mucho coraje para intentar filmar algo basado en mis historias. Aunque Una invitación (cuento del libro) podría ser un loquísimo cortometraje.
—¿En qué proyectos estas trabajando actualmente?
—Cada tanto aparece algún cuento nuevo y también poemas. En el próximo libro supongo volveré a la poesía, porque tengo reunidos varios poemas que deseo compartir lo antes posible con los lectores. Las horas salvajes es el título tentativo de la antología.