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Gerardo Quiroga, autor de “El comienzo”

Gerardo Quiroga (San Francisco, Córdoba, 1981) integra Osario común. Summa de fantasía y horror (Muerde Muertos, 2013) con el cuento “El comienzo”, donde un hombre atropella a un desconocido y huye, pero desconoce que, a veces, fugarse es un mal plan para dejar atrás la culpa.

OSARIO COMÚN

La summa de fantasía y horror está compuesta por diecisiete autores contemporáneos que frecuentan la literatura de terror, con selección, introducción y notas de Patricio Chaija, además de un epílogo de los hermanos Carlos y José María Marcos. Integran el libro cuentos de Fabio Ferreras, Mariana Enriquez, Pablo Schuff, Pablo Tolosa, Jorge Baradit, José María Marcos, Walter Iannelli, Alejandra Zina, Claudia Cortalezzi, Ignacio Román González, Gerardo Quiroga, Ricardo Giorno, Sebastián Chilano, Gustavo Nielsen, César Cruz Ortega, Alberto Ramponelli y Emiliano Vuela. 

Venta en Librerías: Galernas, Cúspide y Yenny
Venta directa: malpascal@yahoo.com.ar. Valor: $150.-

KAFKA SE REÍA A CARCAJADAS AL
LEERLES SUS DRAMAS A LOS AMIGOS

Gerardo Quiroga nació en San Francisco (Córdoba), en 1981, y desde los dos años reside en Puerto Madryn (Chubut). Profesor y licenciado en Psicología, trabaja en clínica y ejerce la docencia a nivel terciario. Su relato “El comienzo” integra su primer libro de cuentos Phármakon, publicado en 2011.
—¿Qué escritores reconocés entre tus influencias? ¿Qué libros en particular? ¿En qué sentido te han marcado?
—Es muy difícil responder porque las influencias cambian de acuerdo a la etapa que uno desarrolla su vida. Estoy muy agradecido en la juventud a Edgar Allan Poe, Ernesto Sabato, Guy de Maupassant, Fiodor Dostoievsky. En la temprana adultez a Franz Kafka, Jean-Paul Sartre, Juan José Saer, Hoy, en cambio, estoy leyendo César Aira, Alberto Laiseca, Mario Levrero, Ezequiel Martinez Estrada. De estos genios, no puedo dejar de nombrar El proceso, Cicatrices, Las aventuras de Barbaverde. Otro gran libro es El evangelio según Jesucristo de José Saramago. Creo que estas obras, por caminos distintos, han conseguido belleza y cuando uno lo percibe, puede elevar sus sentimientos de la mediocridad cotidiana.
—¿Qué obsesiones, preocupaciones y problemáticas aparecen en tus textos?
—La incomprensión, el absurdo, el desencuentro. Siempre tiendo a eso. Quizás a veces lo expreso trágicamente y otras como comedia. Puede haber una pequeña línea que separa una de otra. Dicen que Kafka se reía a carcajadas cuando leía sus dramáticos escritos a sus amigos.

EL NACIMIENTO DE “X2”

—¿Cómo nacen tus historias? ¿Podés dar algún ejemplo?
—Lo primero que pienso cuando trato de crear es pensar en algo original, interesante, distinto de lo que se viene haciendo. Puede ser un argumento, un método de redacción, un sentimiento nuevo para despertar. Lo segundo que reflexiono es qué quiero provocar en el lector. ¿Entretenerlo?, ¿molestarlo?, ¿hacerlo reflexionar?, ¿conmoverlo? El modo en que respondo estos dos desafíos es donde interviene mi subjetividad artística. Soy un defensor de la idea de arte como arte para fines estéticos, no importa cuáles. Estética pero para movilizar, sacarlo de su pachorra cotidiana. Siempre estoy pensando en cómo hacerlo. Tengo un cuento llamado “X2” que es un buen ejemplo de esto que contaba. Trata de la vida y muerte de una persona mediocre, discreta, alguien que nunca se juega por su deseo. Generalmente en las historias se cuentan vidas de gente talentosa, interesante, mágica. Mi idea fue justamente hacer lo contrario. La intención del cuento es que el lector se pueda identificar en algún punto con el personaje y, sabiendo su mediocridad, se sienta incómodo. Quise escribir en un punto medio (lo más difícil) entre exagerado y real, posible y grotesco.

EL HORROR, UN MEDIO PARA
LA BELLEZA Y OTROS EFECTOS

—¿Por qué te interesa el horror y la fantasía como campo de expresión?
—El horror me interesa porque es un excelente medio para generar belleza y efectos directos hacia los sentimientos del lector. Es un camino en donde uno puede saber cuánto de efectividad se logró. Además una de las grandes ventajas del arte vinculado al horror, al miedo, es que este arte no es pretensioso, ostentoso, no busca una reflexión de la vida, no apela a los llamados “sentimientos nobles”, no busca crear una ética, no busca un supuesto compromiso social. El arte del horror busca entretener o disfrutar o contemplar y no busca más allá. Es horrible cuando percibimos arte que busca ser evaluado más allá del propio arte. Daría la sensación entonces que lo hacen artistas que no creen en el propio arte; como si el arte tuviese que ofrecernos algo más allá de lo “estético” para que tenga valor. A veces se piensa que el rubro “fantasía” es un rubro menor en la literatura o que es para chicos. En algún momento de mi vida lo sentí y tendí a leer autores “realistas”, psicológicos, etcétera (Dostoievsky, Chejov, Flaubert, etcétera). Uno se acerca a esos autores porque, además del excelente modo de composición, siente que aprende, que reflexiona sobre la vida, la sociedad, el Universo, etcétera. Hoy pienso que, si bien tienen su gran mérito pedagógico, en definitiva nos gustan porque nos entretienen y gozamos en su contemplación. Sé que es polémico lo que digo pero cada vez me convenzo más. Entonces si el arte busca eso, la “fantasía” es el mejor medio para lograrlo. Por supuesto que todo lo que digo sobre el arte es más complejo. Pero trato de ser simplista para que se entienda hacia adónde apunto.