Crónicas del mal,
de Alberto Ramponelli, es un conjunto de diez casos policiales ocurridos en
Argentina entre 1914 y 1958. Para dicha tarea, el autor ha investigado
exhaustivamente en los archivos de la Biblioteca Nacional
y el Museo de la
Policía Federal.
Con una prosa justa y sin golpes bajos, Ramponelli traza
historias y describe perfiles, recreando pequeños vínculos que —infectados por
algún malestar “invisible” pero letal— se transformaron en el motor del peor de
los delitos: el asesinato de un ser humano.
El primer caso abordado es la muerte de Frank Carlos
Livingston, apuñalado el 20 de julio de 1914 en la ciudad de Buenos Aires. Este
hecho produjo una gran conmoción y escándalo en la sociedad, y hasta hoy se lo
recuerda, habiendo pasado un siglo, lo que muestra, de algún modo, que el dolor
que infringen los hechos de violencia marca a sus predecesores durante
generaciones.
El epílogo a cargo del propio autor coloca al libro dentro
de la tradición de literatura fantástica que prioriza lo simbólico sobre lo
fenoménico, al preguntarse de dónde proviene el mal (si del exterior o el
interior del ser humano) y otorgándole a los objetos (un cuchillo o una
estatuilla, por caso) la posibilidad de ser vehículos de la maldad.
Un dato interesante de observar es cómo —lateralmente—
Ramponelli describe algunos cambios en nuestro sistema jurídico. Cuenta la
ejecución de sus asesinos condenados a muerte y nos recuerda que en la primera parte del siglo XX existía
en nuestro país esta pena. Así, a los condenados se los fusilaba en la Penitenciaria de la
calle Las Heras, donde hoy se halla una plaza. Relata, además, que los juzgados
a cadena perpetua (o por tiempo indeterminado) recibían una condena adicional
de 30 días de reclusión solitaria, en las fechas que se recordaba la muerte de
las víctimas.
Los hechos de Crónicas
del mal son verdaderos y la prensa los ha recordado en varias
oportunidades. Este libro prosigue esa tradición, pero indudablemente mejora lo
hecho anteriormente, porque no se trata sólo de una fría descripción de los
episodios, sino que hay una apuesta por comprender el alma humana, apelando a
completar la crónica periodística con la ficción literaria.(*) Jueves 15 de enero de 2015.
La Palabra de Ezeiza, jueves 15 de enero de 2015. |