Imagen: Simpecado. |
Por Alvaro Vanegas en la revista Simpecado (*)
Por una suma de afortunadas coincidencias, terminé
conociendo, hace unas semanas, a José María Marcos, dueño de Muerde Muertos,
una editorial Argentina especializada en terror. Hicimos buenas migas, y
terminamos intercambiando libros. Yo le entregué mi primera novela y él me
regaló dos colecciones de relatos. Aprovecho este momento para recomendarles
que las consigan, no es fácil hacerlo en Colombia, pero vale la pena el esfuerzo.
La primera es de José María. Se llama Los fantasmas siempre tienen hambre. La segunda es una colección de
relatos de varios autores, y es de ésta precisamente que quiero hablar.
Su nombre es Osario común,
y tiene de todo, como lo podrán imaginar. Pero lo mejor es que, siendo una
antología de relatos de terror, contiene varios textos escritos por mujeres.
Tal vez sea una cuestión de naturaleza del género, pero las
mujeres suelen ser mucho más contenidas que nosotros, algo que casi siempre
celebro, por supuesto, pero que en ocasiones resulta irritante, lo confieso.
Por otro lado y aunque no pretendo hacer un tratado de psicología femenina,
estoy muy lejos de entenderlas, creo que las mujeres son más sensibles y por lo
mismo, más impresionables. Supongo que en ese orden de ideas, someter la mente
a cierto tipo de estímulos, les resulta más difícil. No sé, no tengo idea, como
dije, estoy lejos de entenderlas.
Aún estoy leyendo
Osario común y acabo de terminar un cuento llamado Abrirse paso, de Claudia Cortalezzi.
Les aseguro que es una de las historias más perturbadoras que he leído en mi
vida. Esta mujer, es evidente, no tiene miedo de tocar ningún tema. Me encantó.
Me declaro fan de Claudia sin haber leído nada más de ella. Y es que una mujer
que escribe sin reparos un cuento como ese, debe ser sumamente atractiva, y
esto lo digo sin conocerla, sin haberla visto jamás.
El fin de semana pasado fui a cine a ver una película de
terror, Heredero del Diablo. Y a que no adivinan: fue escrita por una mujer.
Eso lo supe al final de la película, y de inmediato, aunque la película me
gustó bastante, admito que adquirió un cariz distinto gracias a ese detalle. Y
no, no es discriminación positiva, es simplemente que las mujeres tienen una
sensibilidad distinta a la nuestra, y es raro encontrarse con este tipo de
cosas. Todo un hallazgo.
Una amiga me recomendó alguna vez un libro de cuentos
llamado Vómito de sangre, de un
escritor uruguayo llamado Gerardo Bloomerfield. Por mucho, las líneas más
desagradables que haya leído en mi vida, y no porque estuviera mal escrito,
todo lo contrario, y es que una vez se empieza a leer alguno de los relatos, es
imposible dejar de hacerlo. Pero les juro, es un asco. Y me lo recomendó una
mujer; ella, increíble, disfrutó tanto como yo de este libro.
Todo esto para hacerles una invitación a todas aquellas que
se toman el rol femenino muy en serio. Una invitación a que se desborden, a
que, aunque sea de vez en cuando, se dejen llevar por el lado oscuro, a que se
arriesguen a tener pesadillas. No niego que nos encanta su dulzura, sus miradas
tiernas y aquellas explosiones de sensualidad tan femenina, que hacen que esta
vida valga la pena, pero también es cierto que resulta muy atractiva una mujer
que puede reírse de un chiste escatológico, que profiere un madrazo en el
momento correcto, o que disfruta de una historia llena de sangre y tripas,
siempre y cuando esté bien contada. Hay que desordenarse, hay que entregarse a
lo grotesco una vez que otra, finalmente, todo hace parte de todo, todo es lo
mismo.
Si las invitara a adentrarse en las tinieblas, en la
aterradora penumbra, ¿aceptarían la invitación?(*) Alvaro Vanegas (Bogotá, 1981) es un autor de historias de suspenso y terror. Sus libros publicados son Mal paga el Diablo (novela, 2012), Despertares atroces (cuentos, 2013), que puede bajarse en PDF y EPUB, y No todo lo que brilla es sangre (novela, 2014), que se publicará en breve, por E-351. Su blog se llama Inodoro Apestoso. Twitter: @AlvaroEscribe.