Mariana Enriquez (Buenos Aires, 1973) integra Osario común. Summa de fantasía y horror (Muerde Muertos, 2013) con el cuento “Fin de curso”, un relato donde la
violencia adolescente se manifiesta de manera sangrienta y fascinante cuando la
auto agresión parece ser la manera de soportar las heridas de la vida.
OSARIO COMÚN
La summa de fantasía y horror está compuesta por diecisiete
autores contemporáneos que frecuentan la literatura de terror, con selección,
introducción y notas de Patricio Chaija, además de un epílogo de los hermanos
Carlos y José María Marcos. Integran el libro cuentos de Fabio Ferreras,
Mariana Enriquez, Pablo Schuff, Pablo Tolosa, Jorge Baradit, José María Marcos,
Walter Iannelli, Alejandra Zina, Claudia Cortalezzi, Ignacio Román González,
Gerardo Quiroga, Ricardo Giorno, Sebastián Chilano, Gustavo Nielsen, César Cruz
Ortega, Alberto Ramponelli y Emiliano Vuela.
Venta en Librerías: Galernas, Cúspide y Yenny
Venta directa: malpascal@yahoo.com.ar - Valor: $150.-
Mariana Enriquez nació en Buenos Aires en 1973. En 1995
publicó su primera novela, Bajar es lo
peor (Espasa Calpe), que en diciembre de 2013 fue reeditada por Galerna.
También publicó la novela Cómo
desaparecer completamente (2004, Emecé), la colección de cuentos Los peligros de fumar en la cama (2009,
Emecé), la nouvelle Chicos que vuelven
(2011, Eduvim) y el libro de viajes Alguien
camina sobre tu tumba (Galerna, 2013). Cuentos suyos han aparecido en
antologías de América latina, España y Alemania. Parte de su obra ha sido
traducida al alemán.
—¿Qué escritores
reconocés entre tus influencias? ¿Qué libros en particular? ¿En qué sentido te
han marcado?
—Stephen
King, Neil Gaiman, Julio Cortázar, Juan Carlos Onetti, J.G. Ballard, Arthur
Rimbaud, Ray Bradbury, William Faulkner, Bret Easton Ellis. Y libros en
particular: de King Cementerio de
animales, de Gaiman The Sandman,
los cuentos de Cortázar, todo lo de Santa
María de Onetti, Exhibición de
atrocidades y casi todo Ballard, Menos
que cero de B.E. Ellis, Luz de agosto
de Faulkner, Una temporada en el infierno
de Rimbaud, pero también 2666 de
Roberto Bolaño y sus cuentos especialmente Llamadas
telefónicas, Bomarzo de Mujica
Láinez, Cumbres borrascosas de Emily
Brönte, la trilogía de la frontera de Cormac McCarthy. Todos me marcaron en el
mismo sentido: me dieron ganas de escribir, los leía y anotaba, me daban ideas,
me emocionaban, reconocía obsesiones propias. Lo más importante, para mí, que
puede ofrecerle un escritor a otro es provocarle ganas de escribir.
CIERTAS FORMAS DE
BELLEZA
—¿Qué obsesiones,
preocupaciones y problemáticas aparecen en tus textos?
—El cuerpo (el cuerpo ausente, mutilado), la adolescencia,
el abuso (en un sentido general), la ciudad, ciertas formas de belleza, el
fanatismo, la sexualidad.
—¿Cómo nacen tus
historias? ¿Podés dar algún ejemplo?
—Nacen de retazos, como las de muchos escritores. Una idea
que se une a otra y entonces ocurre. Por ejemplo: para un cuento/nouvelle como
“Chicos que vuelven” (que se publicó en mi libro Los peligros de fumar en la cama y después en versión extendida por
Eduvim), lo primero fueron las fotos de chicos buscados, con el número para
llamar, las típicas fotos de niños perdidos. Siempre son malas. Siempre se los
ve mal. Ahora, en 2013, cuando cualquiera, hasta gente en estado de desamparo,
tiene un celular. Ver esas fotos borrosas, ampliadas, tristes, me obsesionaba:
sentía que esos chicos estaban destinados a perderse, marcados para la
desaparición. A eso se unió una idea de la mitología irlandesa, la del
“changeling”, el niño cambiado por las hadas. Las hadas secuestran a un niño
pero dejan a otro en su lugar, que es idéntico y, sin embargo, no es. De esas
dos cosas salió “Chicos que vuelven”.
UN CAMPO MARGINAL Y
POR TANTO ILIMITADO
—¿Por qué te interesa
el horror y la fantasía como campo de expresión?
—Porque es lo que leo y lo que más me gusta. Porque se
escribe poco en mi lengua y yo quiero leer horror y fantasía en castellano,
quiero entrar en ese campo que necesita poblarse. Porque me parece un campo
amplísimo y muy libre, quizá el más libre de todos. La primera vez que leí
Sandman y me encontré con un cómic donde había rock y Shakespeare y mitología y
Londres victoriano y Chesterton y Borges y chicos y chicas lookeados como fans
de Bauhaus y el Diablo y