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La cereza del postre

Entrevista a Carlos Marcos y Pablo Martínez Burkett sobre la 39º Feria del Libro deBuenos Aires 2013. Por Analía Skoda y Gonzalo Marina
Los muerde muertos Pablo Martínez Burkett y
Carlos Marcos hablaron con La cereza del postre.
En el mundillo literario hay eventos polémicos: la entrega del premio Nobel, la presentación de ciertas obras y La Feria del Libro. Al igual que otros años, en 2013 el megaevento editorial de La Rural fue el epicentro de textos y críticas. Aclaremos: discusiones de una población ínfima que sigue amando la literatura.
Siempre me pregunto, ¿qué gano yendo a la Feria del Libro? Si tuviera que responder rápido diría: nada. Reconozco que la primera vez que fui, me sorprendió la cantidad de libros en un solo lugar. Vi títulos exóticos, reliquias y novedades. Con el tiempo entendí que esos mismos libros (y digo ‘esos mismos’) podían encontrarse en los alrededores de la calle Corrientes. Llegué a pensar que las personas iban a la Feria por los descuentos; sin embargo, los precios también son iguales a los  de otros sitios y las ofertas rara vez son ofertas en serio. La Feria marea, es bulliciosa, agota. ¿Para qué ir si en Plaza Italia conseguimos lo mismo a mejor precio y no cobran entrada? Luego me atrajeron las charlas de escritores internacionales y los talleres. Pero en cualquier rincón de Buenos Aires, una vez por semana, narradores nóbeles o reconocidos exponen conceptos tan precisos sobre la literatura como los que se escuchan en la  Rural de Palermo.
Este año vislumbré una excepción. A través de Facebook me enteré que algunas publicaciones de pequeña circulación tuvieron su lugar en la Feria. Me pareció una oportunidad única para acercar trabajos de gran calidad pero poco conocidos a una enorme cantidad de lectores que están acostumbrados a ver lo mismo. 
Carlos Marcos, codirector de la editorial Muerde Muertos, nos contó cuáles eran sus expectativas con respecto a su participación en la Feria del Libro: “Las expectativas son similares a las que ponemos en cada una de las ferias del libro en las que participamos como editorial: La Plata, Virrey del Pino, Balcarce y Mar del Plata, en provincia de Buenos Aires; La Cumbrecita, en Córdoba; Caaguazú en Paraguay, e incluso diversas ferias independientes en Buenos Aires o el interior del país: trabajar, divertirnos, mostrar lo que hacemos y de vez en cuando ganar un lector más. Así de simple. En lo personal, evité durante mucho tiempo asistir a la Feria de Buenos Aires. Es un evento que congrega ruidosamente aquello de lo que nos nutrimos en lo cotidiano quienes amamos la literatura. Un exceso pensado para aquellos que quizá adquieran toda la lectura del año, uno o dos libros. La Feria hiere al mismo sujeto que trata de reanimar: al lector. Aún así, goza de prestigio y carece de escrúpulos; sin embargo, por decantación, favorece a las ferias regionales. A causa de la imitación, oposición o contagio, colabora con distintas movidas. Espacio y lector que se abandona, se pierde”.
—¿Qué respuesta tuvieron a sus expectativas durante la Feria?
—Las pequeñas editoriales y las publicaciones de circulación restringida siempre se las ingeniaron para estar en la Feria de una u otra manera. La Zona Futuro capitaliza estas experiencias desde la edición pasada. Muerde Muertos estuvo allí en el 2012 y renueva su participación junto al espacio en la edición 2013.
Pablo Martínez Burkett, escritor de la Editorial Muerde Muertos también, describió sus impresiones sobre la Feria del Libro: “Es un ámbito que congrega a un público por demás de variopinto que, además, se acerca con una agenda multifocal. No son pocos los que con alguna pretensión literaria miran con cierto resquemor a esa marabunta voraz que festeja el último libro de autoayuda o hace colas para obtener el autógrafo de un mediático devenido en best-seller. En lo personal, eso me resulta irrelevante porque uno escribe para que lo lean. Y mientras más lectores se congreguen, mejor. Seguramente hay mucha gente que se va a su casa con un buen libro en las bolsas. De modo que mi expectativa es esa: disfrutar de leer junto a amigos que uno quiere mucho y admira como escritores, disfrutar de la oportunidad de leer en uno de los eventos librescos más grandes del habla hispana, disfrutar de la compañía de los pocos o muchos (ojalá que así sea) que vengan a escucharnos. Disfrutar de hacer lo que a uno le gusta. Disfrutar de producir un hecho literario. En suma, disfrutar de estar leyendo un cuento mío en la Feria del Libro”. 
Quizás lo valioso de la Feria del Libro sea el entusiasmo de la gente por la cultura. Se podrá discutir si es un entusiasmo genuino o una simple práctica de consumo (aunque si vamos a criticar al consumo siempre preferimos que se consuman libros). El problema es que la masividad del evento obliga a pensar que todo debe ser fastuoso. Y a veces la cultura va en sentido contrario. Rescatamos, entonces, la esencia del acto de lectura: cruzarse con un buen libro y compartirlo.