Los muerde muertos Pablo Martínez Burkett y Carlos Marcos hablaron con La cereza del postre. |
En el mundillo literario hay eventos polémicos: la entrega
del premio Nobel, la presentación de ciertas obras y La Feria del Libro. Al igual que otros años, en 2013 el
megaevento editorial de La Rural fue el epicentro de textos y críticas.
Aclaremos: discusiones de una población ínfima que sigue amando la literatura.
Siempre me pregunto, ¿qué gano yendo a la Feria del Libro? Si tuviera
que responder rápido diría: nada. Reconozco que la primera vez que fui, me
sorprendió la cantidad de libros en un solo lugar. Vi títulos exóticos,
reliquias y novedades. Con el tiempo entendí que esos mismos libros (y digo
‘esos mismos’) podían encontrarse en los alrededores de la calle Corrientes.
Llegué a pensar que las personas iban a la Feria por los descuentos; sin
embargo, los precios también son iguales a los
de otros sitios y las ofertas rara vez son ofertas en serio. La Feria
marea, es bulliciosa, agota. ¿Para qué ir si en Plaza Italia conseguimos lo
mismo a mejor precio y no cobran entrada? Luego me atrajeron las charlas de
escritores internacionales y los talleres. Pero en cualquier rincón de Buenos
Aires, una vez por semana, narradores nóbeles o reconocidos exponen conceptos
tan precisos sobre la literatura como los que se escuchan en la Rural de Palermo.
Este año vislumbré una excepción. A través de Facebook me
enteré que algunas publicaciones de pequeña circulación tuvieron su lugar en la
Feria. Me pareció una oportunidad única para acercar trabajos de gran calidad
pero poco conocidos a una enorme cantidad de lectores que están acostumbrados a
ver lo mismo.
—¿Qué respuesta tuvieron a sus expectativas durante la
Feria?
—Las pequeñas editoriales y las publicaciones de circulación
restringida siempre se las ingeniaron para estar en la Feria de una u otra
manera. La Zona Futuro capitaliza estas experiencias desde la edición pasada. Muerde Muertos estuvo
allí en el 2012 y renueva su participación junto al espacio en la edición 2013.
Quizás lo valioso de la Feria del Libro sea el entusiasmo de
la gente por la cultura.
Se podrá discutir si es un entusiasmo genuino o una simple
práctica de consumo (aunque si vamos a criticar al consumo siempre preferimos
que se consuman libros). El
problema es que la masividad del evento obliga a pensar que todo debe ser
fastuoso. Y a veces la cultura va en sentido contrario. Rescatamos, entonces,
la esencia del acto de lectura: cruzarse con un buen libro y compartirlo.