Strip-tease, de Enrique Medina (1937), tuvo la mala espina de haber salido de imprenta en los albores de 1976. No puede dejar de leerse su prohibición sin tomar en cuenta dos referencias, una contextual y otra diegética, ambas de un decenio precedente. En 1968 había sido censurada Nanina, de Germán García, tildada como una novela soez. Ese mismo año, Carlos Marcucci publicó Cuentos pornográficos. En la biografía de Osvaldo Lamborghini puede leerse la apuesta de Marcucci: “Ocurre que antes de publicarlo se lo he hecho leer a un psicoanalista y él opina que en mi ingenuidad hay cometida una gran reserva de picardía, en mi picardía una gran reserva de degeneración, en mi degeneración una gran reserva de pornografía y en mi pornografía una pequeña dosis de literatura”. Pese a que está velado el escenario, la historia de Strip-tease se sitúa en el mismo contexto marcial, con unas sutiles menciones a distintos decretos que anulaban la participación política y las actividades culturales públicas. El Pichón, un joven del interior que junta recortes de distintos cabarets, viaja a Bueno Aires y conoce al Maestro, un diletante que lo guía por los recovecos de la noche porteña. Así como lo hicieron con la adaptación de Los sorias y con la reedición del Manual sadomasoporno de su maestro Alberto Laiseca, Muerde Muertos pone a disposición una “traducción visual” de Strip-tease, una edición con cuarenta ilustraciones, acompañadas con fragmentos de cada capítulo, más los epígrafes que Medina eligió en cada caso, citas con tintes eróticos y no tanto, como las de Rabelais, Sade o Joyce, entre otros. Forman parte de esta obra colectiva artistas contemporáneos de distintas disciplinas y estilos, como Laura Ojeda Bär, Naty Menstrual, Esteban Serrano, el reconocido Antonio Seguí y la mítica Renée Cuellar. Strip-tease surge como una respuesta a las críticas que recibió Medina en relación con sus primeros libros. Frente al hiperrealismo, se mueve desde lo urbano-degenerado a un territorio fantástico y aún más pueril. Una lectura a tono con el presente podría desacreditarla fácilmente, pero esta intervención no se olvida del goce.
Suplemento Cultura. Perfil. Domingo 4 de febrero de 2018. |