Jorge
Baradit (Valparaíso, 1969) integra Osario común. Summa de fantasía y horror (Muerde Muertos, 2013) con el cuento “Enterrado”,
en el que un narrador describe lo que ve más allá de la muerte y de su propia
descomposición, mientras va despertando a una inquietante cosmogonía.
OSARIO COMÚN
La
summa de fantasía y horror está compuesta por diecisiete autores contemporáneos
que frecuentan la literatura de terror, con selección, introducción y notas de
Patricio Chaija, además de un epílogo de los hermanos Carlos y José María
Marcos. Integran el libro cuentos de Fabio Ferreras, Mariana Enriquez, Pablo
Schuff, Pablo Tolosa, Jorge Baradit, José María Marcos, Walter Iannelli,
Alejandra Zina, Claudia Cortalezzi, Ignacio Román González, Gerardo Quiroga,
Ricardo Giorno, Sebastián Chilano, Gustavo Nielsen, César Cruz Ortega, Alberto
Ramponelli y Emiliano Vuela.
Venta en Librerías: Galernas, Cúspide y Yenny
Venta directa: malpascal@yahoo.com.ar - Valor: $150.-
DEL PUNK ROCK A LA LITERATURA
Jorge
Baradit nació en Valparaíso (Chile) el 11 de junio de 1969. Ex integrante de
una banda de punk rock, su primera novela es Ygdrasil (2005, Ediciones B, Santiago de Chile). Con su nouvelle Trinidad, ganó en 2006 el primer lugar
en el premio UPC de literatura fantástica, entregado por la Universidad de
Catalunya. En 2007, publicó Ygdrasil
en España (2007, Ediciones B, Madrid), y ganó el premio español Ignotus, junto a otros autores, por
mejor Antología de Ciencia Ficción. En 2008 publicó Synco (2008, Ediciones B, Santiago de Chile), que se convirtió en
proyecto para una serie de televisión y film, ambos actualmente en proceso de
pre-producción. En 2009 publicó su novela juvenil Kalfukura (2009, Ediciones B, Santiago de Chile), de gran impacto
en la Feria
Internacional del Libro de ese año e incorporada a planes de
estudio de colegios de Chile. En 2010 publicó Chil3, con Alvaro Bisama, Francisco Ortega y Mike Wilson, antología
del colectivo, más textos inéditos de autores como Carlos Labbé, Claudia
Apablaza, Rodrigo Fresán y Edmundo Paz Soldán, entre otros. Desde 2009 hasta el
2010 mantuvo con Francisco Ortega un programa de televisión livecast de emisión
online y descarga vía podcast llamado “Desde el fin del mundo”, donde se exploraban
mitos, fantasías y leyendas de la historia de Chile, su folklore rural y
urbano. En 2011 publicó por Ediciones B, la novela gráfica Policía del karma, dibujada por Martín Cáceres, con dibujantes,
coloristas, animadores 3D y músicos. Durante el 2012, de mayo a noviembre,
publicó la novela por entregas Lluscuma
en el diario de circulación nacional La Segunda. El
2013 lanzó Lluscuma, editada,
corregida y ampliada, en papel a través de ediciones B. Fue seleccionado por el
Ministerio de la Cultura
para integrar la delegación chilena que representó a Chile en la Feria Internacional
del Libro de Guadalajara, México, 2012. Ha participado en numerosas antologías y
colecciones de cuentos a la fecha.
DE LAUTREAMONT Y ARTAUD A LA
PORNOGRAFÍA Y EL
ANIMÉ LIMÍTROFE
—¿Qué escritores
reconocés entre tus influencias? ¿Qué libros en particular? ¿En qué sentido te han
marcado?
—No tengo muchas referencias dentro del género puro y duro,
pero sí de escritores oblicuos que lo alimentaron. Encontré siempre mucho
placer en las hagiografías, los textos mitológicos, como la Cosmogonía
o las Eddas. Las vanguardias de
principios del siglo XX, el corpus dadá; los Cantos de Maldoror, de Lautreamont; la poesía de Artaud, en
particular su Viaje al país de los
Tarahumara y Van Gogh, el suicidado
por la sociedad. Borges y cada cosa que dijo o escribió. La basura
esotérica y conspiranoica. La pornografía y el animé limítrofe. Evangelion,
Satoshi Kon, Studio 4ºC ,
el manga de Shintaro Kago. Cielo y el
Infierno, de Swedenborg. Los libros de Yoshitaka Tsutsui. Miguel Serrano.
C.G. Jung. Arkham Asylum.
—¿Qué obsesiones,
preocupaciones y problemáticas aparecen en tus textos?
—El poder, el cuerpo, la agresión. La lucha del cuerpo por
trascender a su carne agredida por la tecnología, el poder y el control. La
fuga hacia otra frontera. Las telecomunicaciones como una forma de nervadura,
el inconsciente colectivo como una forma de ciberespacio, la metáfora de la
sociedad como cyborg, el transhumanismo, la fuga. La sexualidad y su capacidad
destructora, Kali, las religiones y su institucionalización de la demencia. La
cruza entre todas estas cosas en nuestro mundo tan decadente pero tan bien
diseñado, tan brillante y high tech, pero descompuesto y hediondo detrás el
maquillaje.
“PUNKETA MENTAL,
NEUROGUERRILLERO
Y ASPIRANTE A
VIDENTE”
—¿Cómo nacen tus
historias? ¿Podés dar algún ejemplo?
—Son fragmentos de recuerdos, cruces que se arman sin mi
asistencia, luego las pongo en una caja donde se aparean, se coluden y forman
tejido unas con otras, hasta que vislumbro conexiones que no fuerzo. La
historia se va armando en mi pared en pliegos de papel donde pego, recorto y
vuelvo a pegar imágenes e ideas. Luego visto ese esqueleto con líneas
narrativas cruzadas, como danzas, con libertad lírica. El conjunto se pule como
quien afina los costados de una máquina que no sirve para nada, pero te come si
te acercas.
—¿Por qué te interesa
el horror y la fantasía como campo de expresión?
—Mi libido es volcánica, mi expresión es artísticamente
violenta. Punketa mental, neuroguerrillero y aspirante a vidente. Me interesan
los locos, los que ven a dios, los que quieren destruir el universo, esos que
sueñan con violar a una mujer con aparatos cyborg y entrar debajo de su piel en
un nanocoito y explotarles desde adentro,