Curioso libro Haikus Bilardo, que propone revisar los
14 partidos de las Copas ‘86 y ‘90 con poesía nipona.
Por Javier Aguirre, para el Suplemento No de Página/12 (*)
Por Javier Aguirre, para el Suplemento No de Página/12 (*)
La larguísima, excitante y menguante previa mundialista (¿cuántos
minutos faltan para Brasil 2014?) admite toda clase de manifestaciones. Según
el caso, creativas, divertidas, emotivas o pelotudas. Y si hace rato que las
letras andan a los besos (y ya no a los codazos descalificadores) con el
fútbol, la apuesta poético-futbolera sube cual rechazo de zaguero con la
aparición de un nuevo género: el homenaje deportivo en formato haiku. ¿Haiqué?
Que lo expliquen los pibes de la Real Academia Española: el haiku es una
composición poética de origen japonés que consta de tres versos con cierta
cantidad de sílabas.
Aunque el 5-7-5 es la opción más aceptada para ese reparto
de sílabas, el libro Haikus Bilardo (Editorial Muerde Muertos, 2014) diseña una
alegoría táctico-conceptual y adapta los haikus al dibujo táctico favorito del
ex entrenador de la
Selección Argentina , Carlos Bilardo: el 3-5-2. Este retoque
bilardista a la estructura del haiku es la clave de esta extrañísima obra que
evoca, con novedoso formato, los 14 partidos que la Selección disputó en
Mundiales bajo su conducción: siete hasta ganar la Copa en México ’86, siete
hasta perder la final en Italia ’90.
Ataja
con manos, sin
manos.
Ese es uno de los haikus (malicioso, sí) con que se recuerda
la aparición del titubeante pero heroico arquero Sergio Goycochea en el partido
contra Yugoslavia en 1990.
Charrúa
Tatagol grita:
¡Genio!
Ese es el haiku-cameo (¿haikameo?) del relato de Víctor Hugo
Morales para el gol del Barrilete Cósmico a los ingleses.
Escrito por Fernando Figueras y José María Marcos, con doce
haikus para cada partido y un centenar de citas periodísticas y literarias de
apoyo, esta inusual manera de revisitar la Era Bilardo es tan
freak como su homenajeado: ese personaje balbuceante que abrevia sus propias
frases, que anima shows televisivos hasta empantanarse en su discurso
misterioso y que tiene una historia tan llena de luces como de cavernas oscuras
(de los triunfos a los alfileres, de Passarella a Khadafi, de Pablo Escobar a
Maradona). Psicodelia pura, Bilardo.