Hace mucho frío cuando Artaud el Muerde Muertos es quien sopla | Manifiesto Artaud de Todo

El hombre que conoce la verdad está más allá del bien y del mal (HP Lovecraft)

Reseña de Muerde muertos (quién alimenta a quién...), de Carlos y José María Marcos (Muerde Muertos, 2012). Escribe Juliano Ortiz para Revista Alrededores

Que el título del libro sea igual que el nombre de la editorial ya es de por sí una invitación a hurgar en ese pequeño misterio, ya que no es muy común tal paralelismo. Lo segundo que nos sorprende es que los autores sean dos escritores, y en este caso no es que sea un libro de entrevistas, sino una novela escrita por dos escritores; y por si todo esto fuera poco, también existe otra sorpresa, los dos son hermanos.
Sorteado esto hay que decir que causa una buena impresión descubrir que la historia está desarrollada en base a un intercambio epistolar entre los dos personajes centrales, que viven en Salamanca y Buenos Aires respectivamente, en la que abunda una “retórica dieciochesca, pasada de moda” como dice uno de los personajes. En Salamanca, Jesús Figueras Yrigoyen, un periodista argentino que desesperado y aburrido desea conocer el destino de su hermano, Ignacio, al que cree muerto desde hace años. En Argentina, Blaise Orbañeja, un bibliotecario que para subsistir malvende sus añejos libros. Ambiciona tener en sus manos el libro Traité théorique sur l’art du croque morts (Tratado teórico del oficio de muerte muertos en su edición española de 1649), un misterioso ejemplar digno de las entrañas de Satanás. Entre ellos, nacerá una rara y obligada relación ya que se necesitarán mutuamente para lograr sus objetivos. Para destacar es el personaje de Alis, una joven atractiva y oscura que aparecerá en la vida de Jesús, llevándolo por caminos que ni el periodista mismo esperó recorrer.
Mucho se ha escrito sobre la necesidad de que la novela tenga esa intensa preocupación que nos sitúe en el borde de lo que llamamos vida real. En este caso, es evidente el mundo mágico que los dos autores nos muestran con gran eficacia, un mundo que se ausenta de la vida real pero que es interesante y repleto de interrogantes.
El libro es un laberinto de permanentes juegos discursivos que seduce al lector, bajo la artificiosa armadura que transparenta la materia y que le da cuerpo. La persecución de un libro antiquísimo que permite realizar extraños conjuros, entre los que se destaca el de traer a la vida a los muertos mediante un original ritual. Todo ello se irá desarrollando con una buena dosis de erotismo, de aire gótico y de citas célebres, que encajan perfectamente y nos coloca ese disfraz que todo lector quiere llevar puesto cuando recorre cada una de las páginas de una novela. La otra mitad que uno desea en este tipo de historias está presente desde el vamos y se despliega haciéndonos recordar a los ambientes de Poe, R.L. Stevenson, o el fascinante Howard Phillips Lovecraft. Justamente el mismo Lovecraft decía: “El hombre que conoce la verdad está más allá del bien y del mal. El hombre que conoce la verdad ha comprendido que la ilusión es la realidad única y que la sustancia es la gran impostora”. Como si hubiera sido dicha para entender la sustancia de “Muerde Muertos”, una verdad que se aleja de los personajes cada vez que se aproximan a ella, una verdad que juega de la misma forma en que los hombres hacen su vida, soñando el futuro, tratando de comprender el pasado.
En definitiva, una novela que merece un lugar de privilegio entre las de su género, un bello hallazgo de las editoriales argentinas que descubrí y al que invito a leer a todos los amantes de este tipo de literatura. Escribir atormenta a muchos, y se envejece con cada palabra, pero tenemos que estar seguros de que con este nivel de obras, la literatura argentina rejuvenece, vive, exige la vida de un hombre y en este caso elige dos, Carlos y José María Marcos.