El muerde muertos Fernando Figueras respondió a las 8 preguntas del suplemento literario de La Capital de Mar del Plata.
1) ¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de leer?
Los errores que más me molestan son aquellos que me sacan de la historia, los que me hacen acordar que estoy leyendo una ficción. Hay un libro —no importa cuál—que tiene cosas de ese tipo. Por ejemplo: en un diario personal el protagonista escribe que sucedió tal cosa, y aclara que “eso no sería nada en comparación con lo que iba a venir”. No veo cómo alguien puede saber hoy, mientras escribe su diario, qué va a suceder mañana o pasado. Ahí uno siente que el que está escribiendo el diario no es el protagonista, sino el autor del libro y se pierde la magia. También hay un personaje precolombino que habla como el narrador, que se expresa con lenguaje actual.
2) ¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte?
Miles. Yo necesito amor, el libro de memorias de Klaus Kinski, refleja sentimientos, estados de ánimo y puntos de vista con los que me siento muy identificado. Habla de la tremenda soledad que sentía en los momentos en los que no podía estar con su hijito, cosa que yo viví con la misma desesperación que él. Lo más destacado de ese libro es que leyéndolo uno entiende que Kinski ha sido un monstruo, lo cual le ha traído enormes problemas, pero también satisfacciones únicas. Creo que asumimos el monstruo que somos o nos enfermamos voluntariamente de normalidad. Ser normal es mucho peor que ser monstruoso. La normalidad es una patología, la monstruosidad (el ser únicos en nuestra especie) es lo natural, lo que traemos de nacimiento. Hace tiempo que pienso esto, y Kinski, con otras palabras, habla exactamente de lo mismo. Por consiguiente me he visto reflejado de una manera u otra con cada libro o película en los que aparezcan monstruos: El Joven Manos de Tijera, King Kong, Mr Hyde.
3) ¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus obras?
Mar del Plata, al ser una ciudad de veraneo tan importante, es para muchos el lugar al que vuelven periódicamente para hacer las mismas cosas. Tal vez sea interesante trabajar en el hecho de que uno puede hacer una misma cosa en un mismo lugar, con resultados bien opuestos según el momento o la época de su vida en que lo haga. Drásticamente opuestos, en algunos casos.
4) ¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción?
Me gustan los diálogos de Fontanarrosa, por ejemplo en su cuento "Charlas con Zeblintsky". También los diálogos de Oscar Wilde, en Dorian Gray especialmente, y los de Cuento de Hadas en Nueva York, de James Patrick Donleavy. Pero tal vez el que se lleva las palmas es Julio César Castro, alias Juceca, con sus historias de Don Verídico:
—Caballo verde no tenía visto —comentó Ugenio.
—Es muy matero —explicó Cortafierro Dulce.
5) Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría?
Ingresaría en La espuma de los días, la novela de Boris Vian. Ya que no la escribí yo, por lo menos me gustaría ser un personaje. Ayudaría a Colin, el protagonista. Me instalaría en el último capítulo. Lo dejaría disparar contra el nenúfar hasta que se canse, y lo esperaría en la orilla para hacerle compañía. Allí, le ofrecería algo de comer, casi seguro un sanguchito.
6) ¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?
Sí. No voy a decir cuál, porque aún puedo ser descubierto. Lo que sí puedo decir es que no me arrepiento, porque es un gran libro y estaba tirado por ahí lleno del hongo de la pregunta 7, totalmente olvidado y descuidado. Me gusta pensar que, además de robarlo, lo rescaté.
7) Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Sólo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados?
No sacrificaría a ninguno, porque los libros que no me gustan los canjeo, así que no tengo libros a disposición de ninguna voracidad. Salvaría La espuma de los días, de Boris Vian, Matando enanos a garrotazos, de Alberto Laiseca, y El Quijote, porque aún no lo leí entero.
8) Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores predilectos. ¿Qué le preguntaría?
Le preguntaría a Klaus Kinski si de verdad tuvo tantos encuentros sexuales como cuenta en sus memorias.