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Olvidemos todo de una vez

Reseña de Olvidemos todo de una vez (Muerde Muertos, 2020) de Fernando Figueras (2020). Colección Ni Muerde Ni Muertos. Buenos Aires: Muerde Muertos. 88 páginas.

 

El dolor, igual que la felicidad, también necesita de un cuerpo donde instalarse.

Publicada en honor al décimo aniversario de la editorial Muerde Muertos en conjunto con Desatormentándonos de José María Marcos y No obstante lo cual de Carlos Marcos,  Olvidemos todo de una vez rinde homenaje tanto al rock nacional —su título viene de la canción “Estertor” de Babasónicos—, como a la multiplicidad de historias anónimas, fantásticas y a veces increíbles que se entretejen en la ciudad de la furia.
En esta línea, podría afirmarse que esta compilación de cuentos puede pensarse como una suerte de recorrido en los que el autor, a manera de guía o casi como Virgilio en la puerta del infierno, le avisa al lector que está a punto de adentrarse un mundo en el cual todo es posible. De allí que, en la mayoría de los cuentos, encontremos el delirio como un hilo conductor que se entreteje a lo largo del volumen con el amor, la cotidianidad, lo fantástico y la violencia.
Y es así, cuando tras conocer las pesadillas del narrador presentes en el prólogo y en un intento de clasificar los cuentos por sus temáticas, hallamos historias de amor como “El sabor del reencuentro”, que invita a pensar el erotismo de una forma más abierta y profunda; “Mechas”, donde el recuerdo del amor y el desamor insiste en emerger a la realidad y “¡Ole!”, en el que su personaje intenta recuperar una relación perdida usando los métodos más extremos.
Entre aquellas que se enmarcan entre lo fantástico en la cotidianidad se encuentran “Río de Janeiro”, donde un viaje en subte se convierte en la esperanza de una aventura sensual y extática, y “Taj Mahal”, que nos sumerge en los mitos alrededor del mundo de la albañilería y la construcción.
Por último tenemos a  “Pileta rusa”, un ejercicio narrativo que rebosa originalidad en el que los personajes exponen su lado brutal y sádico; y  “Llevar un pañuelo”, otro ejercicio  donde se hace presente un uso particular y bien logrado de los elementos propios del cuento de terror.
Tras este resumen de los relatos, queda claro que si hay algo que define a Olvidemos todo de una vez es su alto nivel de originalidad: cada uno de sus relatos constituye un universo capaz de conmover al lector, llevándolo por las emociones más impensadas que pueda generar un cuento, a la vez que nos lleva a recorrer la cartografía de una ciudad en la que las historias emergen a cada paso.