Reseña de Mujer deshabitada (Muerde Muertos, 2019) de María Sola. Por Damián Scokin | Para Colifato Ilustrado
Dicen que la palabra “realidad” es la cualidad relativa a la cosa verdadera o real. Esa relatividad precisamente le otorga un carácter subjetivo y es la prueba suficiente para demostrar que no es única: está condicionada según el criterio y punto de vista de quienes la habitan. También existe el caso contrario, de quienes se despojan de ella, reconstruyendo otras. La realidad se construye palabra a palabra y con trazo firme. María Sola lo demuestra en Mujer deshabitada donde presenta 52 relatos mundos poblados de personajes que se dibujan y desdibujan (como en el primer relato), se despojan de la piel (“Cuestión de piel”), se destejen (“Mujer deshabitada”), disminuyen su tamaño para habitar en una botella (“Año sabático”), intercambian sus manos (“Las manos”) y hasta buscan otro cuerpo dónde habitar... literalmente (“La mudanza”). La fantasía es una inquilina inquieta que no descansa y toca a la puerta de todos los incautos que no se animan a imaginar. Otro librazo de la editorial Muerde Muertos.