Reseña de Manual sadomasoporno (ex tractat), de Alberto Laiseca (Muerde Muertos, 2017). Por Ignacio Román González (*) para Cineficción 7 / Enero de 2018
1. ¡Qué conchaza tenía la vieja! He cumplido así un sueño: tener por justificado iniciar un texto con tan laisequiana exclamación. Siempre imaginé que, a partir de ese momento, todo me estará permitido en la literatura. Como quien alcanza un estado de iluminación-chasco y está más allá de las cosas.
Así, imagino, vivió Alberto Laiseca.
O, por lo menos, así estimo que escribió.
2. Nunca conocí al autor, pero sí a algunos de sus mejores discípulos.
Por ellos me enteré de que la primera edición del Manual sadomasoporno (ex tractat) —una vez impresa— tuvo poca distribución y escasa difusión. El sello editorial que lo produjo, Carne Argentina, se disolvió al poco tiempo de imprimirlo, y la edición de lujo que prepararon del Manual no llegó a salir del sótano. Casi como si fuera un monstruo (o, mejor dicho, mostro de la vida misma) que, luego de darle vida, queda en el ático escondido.
La cosa era hermosa: tamaño álbum, hoja brillosa y una serie de fotografías de muñecas anunciaban un erotismo desbocado. Aunque interruptus.
3. Los hermanos Marcos, como albaceas literarios de Lai y editores habituados a la erótica de lo ominoso —o a lo ominoso del erotismo—, lubrican hoy nuestra avidez de horriblebastatoso con una nueva edición del Manual que nada tiene que envidiarle a la versión original.
Con dibujos de Carlos Marcos y el diseño de Mica Hernández, el complemento gráfico contiene y da forma a las sentencias, apotegmas y mandamientos que deben regir en la vida del buen Conde. Pero no me quiero adelantar. Puesto que es desde el prólogo mismo —aporte indiscutido de la editorial Muerde Muertos— donde el lector encontrará la brújula con la que conviene entrar a este castillo gótico para no perderse en él.
Aunque bien pueda darle ganas a uno de extraviarse en sus pasillos, la herramienta para evitarlo está.
4. ¿Es Lai el Nietzsche de las tetas? Bueno, si el desierto está creciendo, este Manual es el grito que busca hacernos conscientes de ello. Como toda obra literaria que aborda el tema del goce y del amor, impacta de lleno contra los prejuicios que el lector pueda tener. Es por eso que en el comienzo mismo del libro se encuentra la llave con la cual, como un mantra tibetano, se destrabarán los diques mentales que permiten acceder a un estado superior: “Sadismo es amor. Masoquismo es ternura. Vampirismo es protección. Por el culo no es incesto”.
Laiseca se vale del realismo delirante y del humor esquizofrénico para enseñarnos lo sobrevalorada que está la cordura como método de conocimiento. Por algo dicen que el mejor maestro no es el que da respuestas, sino el que te ayuda a formularte las preguntas.
5. El Manual no es una obra póstuma. Pero sí la presente edición. Entiendo que es un gran homenaje a los años más punk de Laiseca: los últimos. Porque, como diría el mostro, “Esto es amor punk del más puro estilo. Sid Vicius lo comprendería”.
6. Dieciséis opiniones científicas complementan este breviario de delicias polimorfas, y son el salvoconducto que autoriza a los lectores a permanecer en el lado oscuro de lo establecido por la ciencia. Meditaciones profundísimas que —y es esta una preocupación del autor— nos dejarán en la soledad más abyecta en caso de creerle.
El universo no se expande, pulsa. Tal es la afirmación sobre la que edifica todo lo demás.
Y tal vez haya quien se pregunte cómo conciliar en un mismo libro técnicas sádicas y masoquistas, aforismos, humor negro, ternura, picardía y ciencia. Tal vez baste señalar que entre la curiosidad sexual y el deseo de conocimiento sólo existe una diferencia de grado.
Al fin y al cabo, es la pulsión la que hace mover al universo.
7. En tiempos donde lo “políticamente correcto” pareciera tener amordazada a la literatura, entre otras expresiones artísticas y culturales, la editorial Muerde Muertos rescata el valor capital que tiene el Manual sadomasoporno (ex tractat) como objeto de culto. No sólo es una ventana que da de pleno al corazón, a la roca viva del mundo laisequiano, sino que representa un sorprendente viaje desde lo oscuro hacia lo luminoso. Pasando primero por la conchaza, como si de un nacimiento se tratara.
Imagino que a más de uno esa metáfora lo puede impactar. Pero, parafraseando nuevamente a Lai, a mí qué me importa si total estoy loco.
(*) Psicólogo, escritor, autor de El sol nos mirará de lejos (2010), Perspectiva modelo (2011) y La analogía del cielo (2016).