El escritor Lucas Berruezo publicó la novela Los hombres malos usan sombrero a través de la editorial Muerde Muertos y estuvo analizando junto a Entre vidas su flamante publicación y de los proyectos en los que está trabajando actualmente.
—¿Tenés algún ritual en el momento previo a escribir?
—La verdad es que no. Vivo con mi esposa y mis dos hijos en una casa con poco espacio. Escribo cuando puedo, a veces con cierta celeridad. Quisiera tener un ritual o, incluso, algún momento determinado del día para escribir (me encantaría hacerlo por las mañanas), pero no es posible. Al menos no por ahora. El único ritual para mí es sentarme y prender la computadora. Nada más.—¿Cuál fue la imagen disparadora de tu libro Los hombres malos usan sombrero?
—Hubo dos momentos que funcionaron como disparadores. Hace ya siete u ocho años, estaba viajando en colectivo cuando vi a una viejita sentada sola en una plaza. Tenía un pañuelo en la cabeza y una expresión maligna en la cara. No se parecía en nada a esas abuelitas de los cuentos, sino todo lo contrario. Parecía una mujer mala. En fin, la vi y esa imagen se me quedó dando vueltas en la cabeza. El otro disparador se dio poco después. Estaba trabajando en Flores (en ese momento era vendedor de espacios publicitarios) y entré al baño del bar Odeón, ubicado en la esquina de Rivadavia y Pedernera (la misma esquina de La Sentencia, el bar de la novela). Ahora ya no está más, pero en ese momento era un lugar conocido en la zona. Entré, entonces, y fui al baño. Mientras orinaba en uno de los mingitorios, escuché que alguien se quejaba dentro de un cubículo. Supongo que al que haya leído la novela esta escena le resultará conocida. En todo caso, la realidad fue menos interesante. Terminé de orinar, salí del baño y me fui, pero ya la idea de una historia iba tomando forma en mi cabeza.
—¿Por qué le pusiste ese nombre?
—A veces los nombres aparecen sin que se los busque. Este fue el caso. Si tengo que aventurar una respuesta, diría “magia”.
—¿Cómo te llega la posibilidad de publicar con la editorial Muerde Muertos?
—Cuando me enteré de la existencia de una editorial que se dedicaba a publicar terror argentino contemporáneo, me dije a mí mismo “esta es la mía”, y le mandé un mail con la novela Los hombres malos usan sombrero. Me respondió José María Marcos casi inmediatamente… de forma negativa. Me dijo que por el momento tenían la agenda completa y que no podían sumar nada nuevo, pero que les escribiera más adelante. Después de eso, seguí de cerca el catálogo de Muerde Muertos, iba leyendo los libros de terror que habían sacado y que iban sacando para reseñarlos para El Lugar de lo Fantástico, mi blog. De esta manera, entablé una relación amena con los hermanos Marcos (José María y Carlos), y ellos me mandaban las novedades para que las leyera. Finalmente, José María me propuso participar del libro Haikus Bilardo (de él y de Fernando Figueras), junto a otros escritores como Luis Mey y Liliana Bodoc. Esa fue mi primera participación en Muerde Muertos. Después, le volví a escribir a José María ofreciéndole una nueva historia, La Tablada, y él me respondió diciéndome que le parecía muy larga para una primera novela, que lo mejor era sacar Los hombres malos. Fue una sorpresa para mí, primero porque ya no recordaba que se la había mandado, y segundo porque me pareció destacable que José María la hubiese leído a pesar de haberme dicho que no. Me reveló el nivel de profesionalidad de él y de la editorial Muerde Muertos.
—¿Para el que todavía no leyó tu novela qué podrías adelantar de la historia?
—Cuenta la historia de Alejandro Paredes, un estudiante de Letras que sueña con ser escritor, pero que ve que la realidad no tiene nada que ver con los sueños, salvo con las pesadillas. Después de una jornada agotadora en el trabajo, Alejandro encuentra a una nena llamada Carola escondida en el baño de hombres de un bar de Flores. La nena está muy asustada, y le dice que “los hombres malos” la quieren agarrar. Alejandro, entonces, decide ayudarla, más por una obligación moral que por verdadero interés, y después de eso su vida no va a volver a ser la misma. Muchas veces, el Infierno aparece después de querer ayudar a alguien…
—¿Qué tenes del protagonista Alejandro Paredes?
—Me han dicho que Alejandro es mi alter ego. Realmente no lo creo, aunque sí tengo que admitir que Los hombres malos usan sombrero es lo más autobiográfico que escribí hasta ahora. La primera versión data de cuando yo también era estudiante de Letras, por lo que las frustraciones del personajes eran las mías. Al igual que él, yo estaba casado y el hecho de tener un hijo formaba parte de las discusiones de todos los días. Para decirlo con simpleza, mucho de lo que le pasa al personaje responde a una necesidad de catarsis que me atravesaba en ese momento. Sin embargo, la forma de reaccionar de Alejandro, la forma de encarar los problemas y la forma de enfrentar el futuro no se identifican con la mía. Creo… Espero…
—¿Qué buscás al escribir capítulos cortos?
—En Los hombres malos, la intención era hacer entrar al lector suavemente en una realidad conocida, de todos los días. Los capítulos cortos funcionan como un estímulo para que el lector se deje llevar y vaya pasando de uno a otro, siempre un poco más, hasta que el terror y los golpes ya no lo dejen decidir y se vea obligado a seguir hasta el final. No siempre escribo capítulos cortos, pero en este caso me pareció que era la mejor forma para la historia. Varios lectores me han escrito diciéndome que no pudieron soltar la novela hasta terminarla (cosa que no les llevó más de un día, a lo sumo dos), por lo que no podría estar más satisfecho.
—¿Cómo te definirías como escritor?
—Me tomo el trabajo en serio y doy mi mejor esfuerzo. Puedo hacerlo bien o mal, las historias pueden estar buenas o no, pero tené por seguro que cuando entrego un relato (ya sea de una página o de trescientas) es lo mejor que pude hacer en ese momento. Estoy seguro de que puedo seguir mejorando, y mi intención es seguir haciéndolo, pero lo que doy para leer, con todos los errores que pueda tener, es el resultado de mucho esfuerzo y de mucha corrección. No puedo entender cómo hay escritores que entregan sus originales o suben sus cuentos a Internet con graves errores de ortografía y de redacción. Mis fallas son el resultado de mis limitaciones, no de mi desidia.
—¿Qué escritores argentinos recomendarías leer?
—Hay muchos escritores argentinos que están haciendo un gran trabajo. Recomiendo leer a mis “hermanos Muerde Muertos”, José María Marcos, Pablo Martínez Burkett, Carlos Marcos, Fernando Figueras, Marisa Vicentini, Patricio Chaija, etc. etc. etc. También me gusta mucho Matías Bragagnolo, Samanta Schweblin y Mariana Enriquez. Es difícil, hay muchos y me gustaría nombrarlos a todos. Por eso, recomendaría leer la colección Pelos De Punta, dirigida por los escritores Narciso Rossi, Luciana Baca y Rubén Risso. Ahí van a encontrar todo lo bueno del terror que se está haciendo en la Argentina. Ah, y no puedo dejar de mencionar a uno de mis autores argentinos favoritos, Rafael Pinedo, y a la mujer que me lo hizo conocer, Elsa Drucaroff, que además de una excelente crítica y docente, es también una gran escritora.
—¿Qué objetivos tenés dentro del ambiente literario?
—Mi objetivo es escribir, y escribo para sentirme mejor, para no dejar (como digo siempre) que los monstruos tomen el control. Ojalá pueda algún día vivir de lo que escribo, pero aunque ese día no llegue, seguiré escribiendo.
—¿En qué proyecto estás trabajando actualmente?
—Acabo de terminar un libro de sietes cuentos llamado En la escuela, en el que cada relato pasa en la misma institución educativa. Por otra parte, estoy escribiendo una novela que, hasta ahora, lleva el título de Insania. Es algo así como un apocalipsis psicológico. Supongo que me va a llevar un buen tiempo porque tengo pensado hacerla bien larga. Por otra parte, escribo cuentos aislados constantemente y artículos y reseñas sobre literatura y cine. Me la paso escribiendo, básicamente. A lo mejor por eso sigo sonriendo…