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Conversaciones con Laiseca en París

Gentileza: Melanie Schapiro.
Un desafío para autores: dialogar con sus ficciones

Festival. Conversaciones Ficticias, un ciclo de entrevistas creado por el catalán Ignasi Duarte, suma un documental con Alberto Laiseca. Por Martín Lojo | La Nación | Suplemento Ideas | Domingo 17 de enero de 2016

Entrevistador, detrás de cámara: “¿Estás en tu sano juicio?”.
Como saliendo de un trance crepuscular, responde Alberto Laiseca: “Apenas, apenas. Nada que descubramos va a servir para nada, a menos que otros te sigan, que no estés solo en tu juicio. ¿De qué te sirve tener razón? De nada. Ahora, si otros te acompañan, ya es un poco distinta la cosa. Hay una frase de un escritor chino, Lu Xun, con quien estoy de acuerdo muchas veces. Era un escritor de la primera época de la revolución, todavía no había leído a Mao. Él decía: ‘La revolución es un camino en el campo: no existe. Ahora, si somos muchos los que lo transcurrimos, este camino existe, y será la revolución’“.
A mitad de camino entre realidad y ficción, la pregunta y la respuesta forman parte de un film documental que abrirá la segunda edición de Conversations Fictives, un festival creado por el catalán Ignasi Duarte que se realiza en la primavera parisina.
Recién llegado a Buenos Aires para rodar el diálogo con Laiseca, Duarte explica a la nacion los pormenores de su proyecto en sus diversos formatos. Cansado de la solemnidad de periodistas y escritores a la hora de hablar de sus obras, dio con una estrategia para confrontar a los autores con su propio universo creativo y darles la oportunidad de continuar el juego ficcional en el marco de una entrevista fingida. Las “conversaciones ficticias” son un diálogo en el que las preguntas surgen, todas y cada una, de los propios libros del autor. Preguntas hechas por los personajes, o dejadas en suspenso por un narrador, al volver en boca de un entrevistador en un diálogo el autor puede decidir si las responde como si se tratase de un entrevista regular o si retoma su propio universo de ficción y lo expande en este extraño regreso de sus propias palabras.
Duarte, que confiesa estudios de filosofía y trabajos como dramaturgo y periodista, pero se rehúsa a presentarse más que como un lector apasionado, cuenta cuál fue el origen de las conversaciones. “De muy joven empecé a tener mucho interés por la literatura y me acerqué a autores con los que me interesaba conversar. A los trece años solicité una entrevista con el escritor español Manolo Vázquez Montalbán. Me la concedió, en La Puñalada, un bar ya desaparecido del Paseo de Gracia, en Barcelona. Para mí fue una cosa increíble, era muy fan de la serie de Pepe Carvalho, y que Montalbán aceptara hablar conmigo fue un hito en mi vida de lector. Para mi formación fue muy importante esa serie de novelas que me ayudaron a entender la calle, ese paisaje moral ruinoso de la España tardofranquista”.

Para salir del paso

Esa pasión inicial por la literatura y la curiosidad de dialogar con sus autores preferidos lo llevaron a trabajar en la prensa cultural, ocupación que, por azar, hizo que se topara con una idea original. “La primera conversación fue en 1997, con Javier Tomeo, que en paz descanse. Yo hacía muchas entrevistas con escritores que me gustaban. Cuando esa mañana fui a hacerle la entrevista a Tomeo, no llevaba nada preparado. Había leído casi toda su obra, pero no tenía preguntas apuntadas. Entonces pensé en un relato de él, ‘Amado monstruo’, que consiste en un interrogatorio al personaje, y se me ocurrió que podía ser buena idea hacerle esas mismas preguntas al autor. Así nació esta idea, como una mecánica concreta para salir del paso. Funcionó muy bien: a pesar de estar avisado de que eran sus propias preguntas, Tomeo no respondió siendo consciente de que lo eran, y llevó la cosa bastante lejos, incluso se sorprendió de algunas, decía: ‘¿Pero esto por qué me lo preguntas?’ Entonces fue muy divertido”.
Años después, cuando ya contaba con una mayor experiencia periodística y también con un recorrido como dramaturgo por la escena teatral de Barcelona, Duarte se reencontró con su vieja idea y vio el potencial ficcional y dramático que tenía. “En 2009, encontré esa entrevista y reflexioné sobre ella. Pensé que podía ser una buena mecánica para interrogar a escritores. Ahí comencé con conversaciones en privado con Juan Villoro, con Horacio Castellanos Moya, con Claudio Magris, que se publicó en 2015 en la revista El Malpensante, en Colombia. Seguí con un artista conceptual que se llama Carlos Pazos Moya y tiene un libro de ensayos. Con él hicimos lo mismo a través de cartas, y luego utilizó esa conversación ficticia como prólogo de su segundo tomo de diarios. Después empecé a hacerlo en público en Caracas y Buenos Aires”.
Así nació el proyecto Conversaciones Ficticias, en principio un registro de diálogos transcriptos, algunos de ellos disponibles en el sitio web www.conversationsfictives.com. El juego que se le propone al autor, responder a las preguntas de sus propios libros, genera una situación inédita en la relación entrevistador-entrevistado. Las preguntas, a veces muy claras, otras confusas o absurdas, muchas veces demasiado agresivas para la situación de una entrevista tradicional, obligan al escritor a salir de su papel habitual de figura pública y responder con un punto de vista más imaginativo, desde el interior de su propia ficción, como si él mismo se tratase de un personaje más.
Esa dinámica le sugirió a Duarte la posibilidad de llevar las entrevistas a la escena para aprovechar la tensión dramática de los encuentros: “Eran interrogatorios públicos casi violentos, como si la ficción le volviera a su autor como un boomerang y tuviera que agachar la cabeza. Me gustaba esa idea de poner al escritor contra la pared para que resolviera las cuestiones que les había endosado a sus personajes. Me parecía también una forma de poner en entredicho el poder social que tiene el escritor, de pedirle explicaciones públicas a través de sus propias preguntas de una forma bastante traicionera. En todos mis proyectos ha habido un aspecto decisivo que es generar situaciones incómodas y ver cómo podemos salir de la mejor o peor manera”.
El proyecto derivó, entonces, en una serie de conversaciones en público. La primera fue en 2012, en Caracas, con Alberto Barrera Tyszka y Victoria De Stefano. En 2013, el Centro Cultural de España en Buenos Aires lo invitó a realizar dos nuevas conversaciones en vivo, con Matilde Sánchez y Alberto Laiseca, donde nació la relación de Duarte con el autor de Los sorias.
En público la exposición de los autores es mayor, y no siempre responden bien a sus propias inquisiciones. Pero, según afirma Duarte, una entrevista incómoda puede resultar más interesante que una exitosa. “Estos interrogatorios no suelen salir mal. Hay escritores que lo han pasado terrible, han tenido pánico, han sudado mucho y por lo tanto sus discursos no han sido llamativos, pero lo que se genera a nivel de acción dramática siempre es interesante, porque lo que importa es ver cómo alguien construye en directo su propia máscara.”
Entre estos autores hubo alguno que contestó con monosílabos, otro que pidió suspender la entrevista porque no podía soportarla, o una autora que respondía con largas parrafadas de tono académico para postergar la llegada de la siguiente pregunta. Pero también se generaron situaciones extraordinarias, como en la entrevista con el autor brasileño João Gilberto Noll: “Él entró en un trance, se transformó como cuando lee en público sus extraordinarias prosas poéticas. Casi deviene otro, le salió una voz muy grave de adentro, compuso un personaje tan emotivo que algunos oyentes del público lloraron”.
La entrevista a Noll tuvo lugar en mayo de 2015, en la arista más alta del proyecto hasta la fecha, el Festival Conversations Fictives en París. Un encuentro de literatura iberoamericana en el que participaron, además de Noll, Lídia Jorge, Valter Hugo Mãe, Adriana Lisboa, Rodrigo Fresán, Edgardo Cozarinsky, Tomás González, Héctor Abad Faciolince y Ricardo Menéndez Salmón. Con el apoyo del consulado portugués, la Maison de Amerique Latine y la Maison Rouge, y la participación de diversas universidades francesas, el festival fue un éxito de público y crítica, por lo que se repetirá en 2016, ocasión en la que ya están confirmados Eduardo Berti y Gonzalo Tavares.

Entrevista con el vampiro

Para esta nueva edición del Festival, Duarte se propuso llevar el proyecto un paso más allá, a la pantalla. La apertura de la edición 2016 será el film documental que rodó en Buenos Aires, en dos jornadas de noviembre de 2015, con Laiseca.
Con una muy sencilla idea visual, el film reproduce, edición mediante, la conversación que Ignasi tuvo con Lai. Armado de varios atriles en los que, como si fueran partituras, distribuyó las preguntas recolectadas de las obras del autor de La mujer en la muralla, Duarte “disparó” las preguntas y Laiseca desplegó su lucidez e ironía. El resultado es una extraña combinación de pertinencia textual del diálogo (aunque todas las preguntas son sacadas de los cuentos y novelas, parece realmente una conversación) con cierta artificialidad compuesta de silencios, el tono neutro del entrevistador, el enfático del entrevistado, miradas a veces irónicas, a veces perdidas.
“Hay una idea elemental para el rodaje y la edición: es una noche entera en la que Lai está despierto, hablando conmigo como si fuera un vampiro, alguien que vive de noche, se despierta al atardecer y al alba desaparece, un homenaje a uno de sus ídolos, Christopher Lee.” Más allá de la admiración por su literatura, la elección de Laiseca para el primer film con este formato responde a varias necesidades: “Es poco habitual encontrar un autor tan libre. Laiseca es un tipo valiente, que hace lo que tiene que hacer cualquier artista: plantarse al vacío y darse libertad. No hay tantos artistas así. Ve cosas absolutamente nuevas a través de ese viaje imaginario que hace en la escritura. Además, es un gran actor. Podría haber otras opciones en la Argentina porque hay grandes escritores y me gustan muchos, pero Laiseca reunía esas condiciones: ser un gran autor de culto, tener experiencia en el cine, tener una buena voz, saber manejarse entre cámaras. Después de barajar otras opciones, consideré que era la mejor.”
Mientras proyecta extender la recepción de las Conversaciones Ficticias en América Latina, Duarte sueña también con alguna entrevista osada: “Me gustaría hacer una conversación con Pablo Katchadjian usando todas las preguntas de las obras completas de Borges, seguramente iríamos a la cárcel. Él por reincidente.” Un plan que se ajusta al espíritu atrevido e imaginativo de su proyecto, con el que se propone desacartonar el modo en el que se habla de literatura, tanto de parte de los lectores y críticos como de los propios autores.
Al comienzo de su larga noche vampírica, Laiseca le responde desde la pantalla a su parco entrevistador cuál es el mejor refugio contra la intemperie gris de la vida.
“—¿Para qué está la imaginación?
—Para desesperarse menos. Para construir castillos. Aunque sean como el de Kafka, pero es mejor tener un mal castillo que no tener ninguno”.