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Solo Tempestad: Los agentes del destino

Reseña de Los hombres malos usan sombrero (Muerde Muertos, 2015) de Lucas Berruezo. Por Coni Valente para Solo Tempestad

¿Ustedes vieron la película The Adjustment Bureau? Acá en Argentina se estrenó como Los agentes del destino, con Matt Damon y Emily Blunt.  Esa en la que unos tipos usaban sombrero y vivían como en una dimensión paralela controlando los destinos de la gente que, por supuesto, estaban prefijados.
En la primera  novela de Lucas Berruezo, Los hombres malos usan sombrero, también hay unos tipos de sombrero que persiguen a una niña que abruptamente se le aparece a Alejandro en un bar de Flores (y muchas otras veces también). No estoy segura del todo si los sombreros de George Nolfi (director de la película) cumplen la misma función que los de Berruezo, pero es llamativo que ambos utilicen un objeto de moda como una forma de distinción de la línea divisoria entre un plano y otro.  En realidad al que se le ocurrió lo de los sombreros fue a Phillip K Dick, que escribió el cuento en el que está inspirada la película, pero ese es otro tema.
El punto es que la vida de un simple hombre (o de dos, si tenemos en cuenta a David Norris, congresista de Brooklyn y candidato a senador de EEUU en la película) se ve trastocada por completo por una única escena que lo cambia todo y en ambos casos el episodio ocurre en un baño. ¿Casualidad? Quizás.
Carola en Los hombres malos usan sombrero y Elise en Los agentes del destino representan la ruptura del relato y el inicio de la trama. Sin ellas nada sería posible, sin ellas en la historia nada ocurriría fuera de lo normal en la vida de un telemarketer o en la de un político.
El autor juega con el destino de su protagonista enredándolo en una distorsión siniestra de la realidad frente a la que deberá decidir. Pero Berruezo le da una vuelta más a lo que Matt Damon tiene que enfrentar en The Adjustment Bureau porque en Los hombres malos usan sombrero no hay dos planos como en la película, hay tres. La capa donde coexisten Alejandro con Marisa y su pequeña hija, la capa donde coexiste Alejandro con la nena de la remera bordo y la capa donde cohabitan todos juntos.  Y eso es realmente horroroso. Y es justo ahí donde este simple tipo, que es un escritor frustrado, debe reflexionar al respecto de su propia salud mental. ¿Todo esto le está ocurriendo de verdad o es solo su imaginación? No les puedo responder esta pregunta, como tampoco puedo contarles el final de la película. Tienen que leer Los hombres malos usan sombrero porque es una novela que va in crescendo, que se pone más interesante cerca del final, que asusta pero de forma sutil.
Si puedo anticiparles con un párrafo el estado de situación de un protagonista abrumado por los hechos circundantes: “No puedo seguir negándolo. No puedo. Yo sé muy bien lo que vi y lo que escuche, Yo vi a Carola en La Sentencia. La vi y era ella. Además, la acabo de escuchar. Me hablo de los hombres malos, y yo pensando en pesadillas. No puedo dudar más, no puedo”.
También puedo decirles que sobre el final, el giro de este libro es muy atractivo y ciertamente, como en la película de Matt y Emily, el destino predestinado, valga la redundancia, se convierte en un personaje más y en uno esencial, porque cuando finalmente Alejandro comprende con algo de claridad lo que está pasando (o lo que está por pasar), lucha contra las fuerzas del mas allá, entre decidido y confundido, pelea por torcer lo que los hombres que usan sombrero deben hacer respetar.
The Adjustment Bureau es una película hollywoodense que esencialmente cuenta una historia de amor y Los hombres malos usan sombrero es principalmente una historia de horror. Ambos relatos trabajan con un mismo recurso y sobre una misma idea pero enfocada desde distinto ángulo. Ambos enfoques son seductores y es muy enriquecedor interrelacionar las historias porque si bien por razones obvias tienen diferentes estilos para contar un mismo trasfondo, respetan ambas, un modus operandi de esos planos con el que ambos autores construyen un camino. Berruezo, claramente hace hincapié en la relación que une a un padre con su hija (no deseada, por cierto) y en cómo explica nuestro mundo racional el desenlace trágico al que asistiremos. En el cine, eso cambia, porque lo que sería realmente trágico es que no tengamos un happy end.
Todo lo que se presiente desde el comienzo de ambas historias no defrauda llegando al final. Y entonces aquí, es donde termino diciendo que esto que escribí no es solo una reseña de un libro sino también la crítica de una película. Recomiendo ambas acciones: lean y vean, podrán completar una cosmovisión distinta pero que sugiere tantas aristas como explicaciones posibles. Porque si yo les pregunto si el destino está escrito, ustedes, ¿qué me responderían?