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Noche Erótica en Siga al Conejo Blanco


Carlos Marcos, Federico Andahazi, Liliana Díaz Mindurry, Pablo Méndez y Matías Bragagnolo leyeron en el marco de la Noche Erótica del Ciclo Siga al Conejo Blanco, organizado por Pamela Terlizzi Prina y Agustina María Bazterrica, en El Bardo Bar Cultural (Cochabamba 743, San Telmo, CABA), el jueves 10 de septiembre de 2015. Para la ocasión, el muerde muertos Carlos Marcos respondió el cuestionario de Siga al Conejo Blanco.
—¿Qué práctica o posición erótica te gustaría que lleve tu nombre? ¿Por qué?
—“El jardín de las delicias” podría llevar mi nombre. Una vieja costumbre sexual caída en el olvido. Que cada quién cultive en el fondo de su casa las tetas y los culos necesarios junto a sus aromáticas, los penes y vaginas —infaltables— junto con una gran variedad de orgasmos de cuatro hojas. Sin semillas transgénicas, sin pesticidas ni agroquímicos, riego por goteo subterráneo y control de heladas por aspersión.
—¿Cuál fue la obra que más fantasías te ha generado? ¿Por qué?
—Casi con seguridad la Biblia. La estructura de la pregunta me hace pensar en las revistas Patoruzito, pero, si de fantasías sexuales se trata, la Biblia, con certeza.
—¿Cuántas palabras son necesarias para contar un momento de placer?
—En kikongo son necesarios 157 fonemas para expresar un momento de placer, en iroqués 21, en algonquino 1.458 y en hurón tan sólo 3. El lenguaje es siempre un equívoco como el placer. Ni la lengua materna ni la transmisión de pensamientos serían capaces de expresarlo con exactitud. Sin embargo, con una sonrisa basta.
—¿Con qué autor hubieras tenido un romance fogoso?
—Tengo romances fogosos con todos los autores que leo, disfruto y me divierten. Sin excepción de sexo, género, tiempo y espacio. Siempre los he tenido. La literatura ha hecho que no pueda tomarme en serio a las personas sino a través de sus historias.
—Si aparece el Conejo Blanco y te invita a pasar la noche juntos, ¿qué hacés?
—¡Acepto inmediatamente! Primero lo cocino al vino blanco con batatitas y luego de ultrajarlo profusamente... me lo como hasta los huesos. Se llama “zoomorfinecrofilia”, así me dijo el psiquiatra neurobiologisista que estoy consultando.

Carlos Marcos.
Diego Axel Lazcano.
Federico Andahazi.
Liliana Díaz Mindurry.
Matías Bragagnolo.
Pablo Méndez.