Hace mucho frío cuando Artaud el Muerde Muertos es quien sopla | Manifiesto Artaud de Todo

Beatrízos: “Tu madre…” por Ratón Maciel

Reseña de Tu madre chupa pijas en el infierno de Carlos Marcos (2014). Por Ratón Maciel, directora de la revista Beatrízos

He leído “Tu madre chupa pijas en el infierno”. (La tuya, Carlos, espero que la mía no tenga ese castigo).

PRIMER RELATO

Les cuento: uno se tienta, pero no debe hacer nada que se parezca a un análisis literario o a una cuereada. Por eso, apenas me atrevo a mencionar el tono “poético” del segundo cuento (que ya es mucho por parte de un autor y en narración). Y muy arriesgado —decirlo— de mi parte. Igual, después o antes de Hierbas secas, El ebrio... (el nuestro).
Algunas cosas pueden no gustar mucho. Chocan (jua), y la joda que después hay que ir al taller mecánico… Detalles…, menudencias (de pollo). Igual, aunque parezca contradictorio me atrapó por esa “curiosidad...”. Soy muy desconfiada, y como lectora mucho más (jua).
Y continué para ver al final de qué se trata todo eso que “no todo el mundo (...) puede leer”. A pesar de que “Muchos hombres simulan leer allí”.
Mientras iba leyendo medio me preguntaba algo... ¿Por qué un varón escribiendo la (anécdota) de un pasado focalizada en esa voz femenina? Y me vinieron varios hombres de ayer... Algunos un tanto berretón... Y me sonaba al oído aquello de “escribe como si fuese una mujer” (¡La novedad! jua). Total pavada nos resultaba a muchos/as por entonces... (jua). Sepan que me refiero a un argentino que lo leí y no pude creer ni una expresión como femenina. Pasa que como se dice en algunas teorías, la voz femenina es lo NO establecido. Es lo “revolucionario”, es lo “temido”. Y, bueno, uno en ciertas lecturas ‘huele’ un poco el esfuerzo de quien escribe, y sabemos que las voces en toda escritura mínimamente y a veces hasta ‘mas o menos potable’ (tanto la de un personaje varón como la de una personaje mujer) salen SIN esfuerzo ni forzando la cosa siempre y cuando se tenga pasta de “campeón” o de “campeona”.
No es el caso de “Tu madre chupa...”. De todos modos, ya no busqué aquella primitiva tontería de: “A ver si es cierto que ‘escribe como si fuese una mujer’ (no sentí tal necesidad. Con los años nos reímos del pasado y de las farras y cargadas que hemos hecho...). Ya fue. Fue un estilo dado por los ‘90 en los montados aún en el 1492. Vaya a saber qué nos querían decir o probar-se... No ignoramos que el varón acostumbra a meter y a meter-se todo, así lo enseñaron y a sus otros pares. Por ende experimenta, sepamos que no es sólo de masculinos el tema… En la escritura sucede lo mismo. Pero, se requiere cierta habilidad.
En este primer relato, en ese pretérito vivido por esa mujer, sentí que se la puede rescatar y relacionar con aquellas regentas de las de las escuelas francesas... (films).
Y la nostalgia (sexual, erótica, algo sensual por minutos) de lo vivido hace que aflore una hermosa experiencia. La lectura del “fondo” (del saco vaginal, o del fondo del útero tal vez...) por un lado imposible por más “pija” larga, corta, gruesa, delgada, juguetona, etcétera, ¿no? Y por el otro una posibilidad que por ahí algún hombre logró..., como su “finadito”, quien casi llegó a “ojear-sela”.
(Amigos lectores: yo a partir de saber esto no pienso coger más. Qué tiene que venir un tipo a leerme por dentro ¿no?).
Fuera de esas posibles hístero-lecturoscopía podría decirles que el relato es “el canto de (una) mujerosa” (René Villar).
Conclusión: evitar los “bodoques”, ciertas pretensiones, y liberarnos.
Las conchudas no tienen clemencia, las conchazas tienen paciencia.
Toda nostalgia. Todo un lamento ante ausencias.
Una invitación.

SEGUNDO CUENTO

Te des-cuento.
Primero creí que sería el “periodista o escritor” del primer relato... Igual, esto en cuanto uno avanza nada, y queda en nada lo creído.
Lo que produce el alcohol ¿no? La casa recién empezaría a querer estar en orden... (jua) Cuánta locura histórica… (Dichosos aquellos..., que no se desploman ni balbucean al cuarto ml de alcohol bebido, jua)
La lógica, el “orden”, la razón son despejados... (y lo que queda: el orden impuesto).
Y re-nombrar a muertos y vivos de las bibliotecas (N o S) y terminar con el bronce que quiere ser oro, y al cartón pintado que en realidad es (y se es), delata (con disimulo en ese lenguaje musical) un mundo impuesto.
La casa recién empezaría a querer estar en orden... (jua).
¿Y el punto final? ¿Y el cartón lleno? Cuánta locura histórica…
Tener conciencia Y SEGUIR. Hay que estar “ebrio” en varios sentidos... (—con— y no solo etílicamente) de otro modo no se toleraría, ni siquiera el lector podría leerlo.
La cosa no es tan errante.
Lectores amigos, enemigos, desconocidos y Carlos Marcos (autor), pienso que casi todo el texto es más poesía que otra cosa.

Soy el ebrio,
soy la esquina
y soy quien vive en una reciprocidad desplazada
que se organiza en un quinto elemento,
una quintaescencia

No jodamos. Si eso no es poesía, yo me rebano el clítoris.

POSDATA

Quien quiera entender adelante y quien no, que lea el librito. Ojo, no vayan a cambiar de colores… Ni lo intenten. Ah, y lean “La Introducción”, así el título ya no nos resulta tan sensacionalista (en esta obra la introducción no está al pedo como en otras en las que nos dormimos, ya en los prólogos o en esas introducciones de cuarta que no son ni chica ni limonada para el lector que le interesa leer… y no la investigación. A mí me gusta investigar, y leer. A veces sólo quiere leer).
Además me encantó encontrarme con dos títulos: ¡Papillón!!! Vi la peli (maso) a los 15 años. Mi gran personaje, con esos cocos... Y lloraba al salir del cine y recordar al muchacho que le decía: “Papi, todo acabó”. Y yo pensaba que se había acabado la vida, las fiestas, las jodas, las bromas, las FARRAS... no importa si encerrado o no. Leí el libro a los 19. Alguien me dijo: es mejor el libro. Y yo buscaba la película o cosas que había visto en la película, jua, jua.
¡Y con Viaje al fin de la noche! ¡SENSACIONAL!
No se hable más
Gracias, Carlos, por El ebrio..., por las cosas que lee, que analiza y que nos cuenta.

Cada mañana. Cartón pintado.
(Lo mejor que nos puede suceder).