Alejandra Zina, integrante de Osario común. Summa de fantasía y horror (Muerde Muertos, 2013), escribió sobre Cthulhu para el libro Control de Plagas (Mojito, 2014), de Max Aguirre y Jok. Acompaña una ilustración de Rodrigo Terranova, integrante del plantel de iluSORIAS (Muerde Muertos, 2012), de Alberto Laiseca. “La propuesta era escribir sobre un monstruo, espectro o figura mitológica, a mí me tocó el Cthulhu, o lo que imagino de él. A Rodrigo Terranova le tocó hacer el dibujo. Esto fue lo que nos salió. Gracias a Jok y Max Aguirre por invitarme al proyecto que hoy es su libro Control de Plagas, publicado por el colectivo editorial Mojito”, contó la autora. Aquí el texto y la imagen.
La mujer de la iglesia San Jorge
Cthulhu, por Rodrigo Terranova. |
Por Alejandra Zina
Si hacía dos cuadras por Cabrera llegaba a la avenida Canning, desde esa esquina estaba a unos pasos de la Iglesia San Jorge. La iglesia sigue existiendo pero Canning ya no se llama Canning, ahora es Scalabrini Ortiz. A un costado del portón de la iglesia, se sentaba una mujer rodeada de bolsas de nylon cargadas con vaya a saber qué cosas. Alguien, en la escuela o en algún negocio, se refirió a ella como Flora.
Era imposible calcularle la edad. Podía tener entre 40 y 70 años, la melena larga y canosa dividida en rastas naturales, la espalda encorvada con los omóplatos huesudos y alados, la vestimenta harapienta, la piel escamosa por la suciedad y los años a la intemperie.
Ahí estaba, sentada en el portón sin pedir nada a nadie, o caminando por las calles del barrio con el bolserío a cuesta, sumergida en un monólogo interminable.
¿Cómo habrá sido antes de ser la mujer que yo conocí? Porque alguna vez tuvo otra vida, casa, familia, trabajo, alguna vez entró a un negocio para comprarse ropa, tuvo amigos, tuvo vecinos, tuvo jefes o empleados, tuvo compañeros de escuela, alguna vez estuvo en bares, hospitales, cines, peluquerías.
La locura, dicen los que creen, es cosa de Cthulhu. De su espera, de su rencor, de sus sueños. Los sueños del monstruo, dicen los que creen, son hermosos. Pero en nosotros se vuelven pesadillas.