Por Luis Tarantino (La 2x4 FM 92.7) | Diciembre de 2025 | @tarantino.luis
Desde que leí
Las tumbas en mi adolescencia, admiré al gran Enrique Medina. Mis queridos padres dudaban de esa literatura que nos conmovía con su crudeza salvaje, pero, sin embargo, nunca me censuraron. Pasaron años (tenía 15) cuando me asomé por primera vez a ese mundo oscuro y siniestro que Enrique retrataba de primera mano. (Puedo decir que mi vals de los 15 fue
Las tumbas”). Y un día impensado, como ocurren las mejores cosas de la vida, en la Feria del Libro —a la que concurro con mis prevenciones (creo que los apasionados de la lectura no le dedicamos demasiado tiempo ni interés)—, gracias a los queridos amigos José María Marcos y Raquel Buela, me encontré con ese heroico sobreviviente de esa vida tremenda que supo transmitir, a través de su experiencia, las vivencias de primera mano en una literatura extraordinaria, como ahora lo están haciendo los queridos César González o Dolores Reyes. Como dije, Enrique Medina marcó un punto de inflexión en mi naturaleza que me ayudó durante toda mi vida a no juzgar las bendiciones o desgracias en las vidas de los otros, que somos nosotros en otro cuero, como diría don Atahualpa. Ahora voy a meterme de lleno en su nuevo libro
Torito, acerca de la apasionante y breve vida del gran Justo Antonio Suárez, el Torito de Mataderos, que hace años nos reveló en un hermoso relato el amado Julio Cortázar.
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| Raquel Buela, Enrique Medina y Luis Tarantino. |
