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LA NUEVA | El coraje de no olvidar las tragedias personales que se dieron en tiempo de cuarentena

Reseña de La infección (2024) de Patricio Chaija. Por Nidia Burgos para La Nueva Provincia, jueves 13 de junio de 2024


Todas las actividades artísticas se basan en sistemas representacionales que intentan dar forma visible a los discursos o percepciones personales y lo hacen desde la pura realidad, o la ficción mítica o la alucinación de lo fantástico. El artista da su mensaje de manera lo más clara posible, porque finalmente quien completa el trabajo es el público. La responsabilidad de éste es intentar desafiarse a sí mismo en lo que se refiere al desarrollo de su percepción. 
Considero que el estado de ánimo de Patricio Chaija al iniciar este libro el 30 de agosto de 2020 se podría sintetizar en dos versos de Álvaro de Campos (uno de los heterónimos de Fernando Pessoa): “Hoy estoy vencido como si supiese la verdad. Hoy estoy lúcido, como si estuviera a punto de morir”. Habían pasado cinco meses desde el inicio del aislamiento del país por el Covid y era muy claro que, como bien aseveraba el filósofo Santiago Kovadloff, el proyecto del Estado por entonces, era especular con los réditos que le reportaba la vulnerabilidad a la que sometieron al pueblo con un encierro indefinido, arbitrario e inhumano, que luego descubrimos no alcanzaba a todos, sino que hubieron muchísimos privilegiados. Eso se pudo implantar en democracia porque ya existía una modalidad esencial que no se desviaba nunca de su intención autoritaria que en palabras de Kovadloff “nacía de una sustancial intolerancia a toda disidencia y el desprecio franco por aquellos principios democráticos que promueven la convivencia entre quienes no comparten una misma opinión”. El pluralismo los angustia —decía— únicamente la uniformidad encolumnada los serena. La nueva y próspera aurora que soñaron exige un dilatado escenario de silencio. Y agregó: “Ese desprecio rebasó los muros del cenáculo intelectual y se proyecta en la vida cotidiana. El rencor está en la calle. Se alimenta, al igual que Asterión, de carne humana”. Y éste podría haber sido el epígrafe de esta narración de aventuras fantásticas, atrapante, absolutamente dinámica y truculenta que no se puede soltar una vez iniciada. Se continuó a lo largo de 2020, 2021 y culminó en junio de 2022. 
Esta novela contiene una mirada personalísima conformada desde el gore y el terror sobre lo que sucedía durante los largos meses en que transcurrió la escritura de sus páginas. Se ocupa de una peste invasiva y elige expresarse desde la fragmentación y la opacidad, pues el narrador no sabe lo que pasa ni por qué, se ve arrollado por los acontecimientos y el lector lo acompaña en esa carrera disparatada, ciega, absurda y desesperada que emprende en el momento en que no puede volver a su departamento. Ahí pierde toda certeza y seguridad y el mundo se vuelve distópico. Planteado así, ya todo lo aterrador, repugnante y desquiciado puede ir apareciendo. Porque la voluntad estética de Patricio es, a través de lo literario, denunciar todas las expresiones del fanatismo. Amos Oz, el famoso escritor y periodista israelí definió con precisión e ironía Qué es un fanático y dijo: “Su esencia reside en el deseo de obligar a los demás a cambiar. Como carece de una personalidad segura e independiente es casi un altruista, dice con ironía, está más interesado en los demás que en sí mismo”. Por ello los infestados de la novela, buscan, mordiendo a otros, convertirlos en zombis alucinados. Volviendo al filósofo Santiago Kovadloff decía de esa época: “Están enceguecidos. Subestiman todo lo que los contradice, dispuestos a vivir sometidos a las arbitrariedades del poder sin controles [...]. “La contaminación arrasa con cuanto se le opone. Sus efectos sociales están a la luz del día” (2008: 43). Y entonces, quienes profesamos convicciones no oficialistas debimos esperar en una inacción alerta, guardado memoria. Cuando Patricio vio un twuit que decía “todo comenzó porque alguien comió un pingüino crudo en el sur”, arrancó la novela. 
Y ahí nuestro autor se enseñorea con eficacia en el manejo de los tiempos y de la geografía de un país acéfalo y desquiciado, sin noticas y sin leyes, en un recorrido desesperado que lo lleva a encontrarse, confraternizar por momentos y también huir de distintos personajes que van apareciendo. Su hijo y la búsqueda de su familia son lo esencial. 
Con coraje emprende la tarea de no olvidar las tragedias personales que se dieron en tiempo de cuarentena y que hoy están ingresando en el Registro de Violaciones en Pandemia que abrió la Comisión de Derechos Humanos de la Nación en mayo de este año. Así aparecen con su nombre de pila, Lara Arreguiz que falleció sin atención en el piso de un hospital de Santa Fe; Luis Espinoza, que apareció muerto en Catamarca con un tiro en la espalda de un arma reglamentaria de la policía tucumana; Solange Musse, enferma de cáncer, que murió sin poder despedirse de sus familiares porque les negaron el ingreso a la ciudad de Córdoba; Abigail Jiménez de 12 años que cruzó la frontera interprovincial cargada en brazos de su padre cuando regresaba de un tratamiento oncológico en el Hospital de Niños de Tucumán y la retuvieron en la frontera bajo el rayo de sol y las moscas; las mujeres embarazadas en Formosa que se escondían en el monte para que la policía de Gildo Insfrán no las llevara y las separara de sus bebés; Mauro Ezequiel Ledesma que murió ahogado en el río Bermejo cuando trató de cruzar para ir a conocer a su hijita recién nacida, Facundo Astudillo Castro que fue detenido en Villarino por viajar durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio y apareció muerto 107 días después; por la misma razón Florencia Magalí Morales en San Luis fue aprehendida también en abril de 2020 cuando salió a comprar comida para sus hijos, conduciendo una bicicleta en un día que no correspondía a la numeración de su DNI y apareció muerta en una celda de la comisaría. Y aquí la ironía trágica: Ayelén Mazzina, la secretaria del Ministerio de la Mujer, Diversidad e Igualdad del gobierno de San Luis, entre 2019 y 2022, que no hizo la mínima cosa por esclarecer aquél hecho, luego fue nombrada Ministra Nacional de esa cartera hasta 2023 cuando el cargo fue disuelto; pero se ufanaba de decir: “Lucho por la Justicia menstrual” (sic).
Vuelvo a Kovadloff: “El oficialismo capitalizó el descontento colectivo y configuró un discurso muy preciso para ganar el apoyo progresivo de buena parte de la mitad más dañada de una totalidad partida, compensando con sentimentalismo, clientelismo, maniqueísmo y mitología un formidable vacío de identidad”. ¿Zombis?
En esta novela fantástica es central el motivo del viaje del héroe, en este caso acompañado de un hijo preadolescente, lo que lo hace bucear sobre la relación padre-hijo. La figura del padre protector impera en el libro. Sabiendo que Patricio aún no es padre, llaman la atención los experimentados conocimientos que despliega sobre las dudas, temores, ternuras y disgustos que proporciona serlo. Aquí ambos deben abandonar su departamento y se nos plantea entonces a lo largo del errático viaje, qué es el hogar. Éste funciona tanto como necesidad y como sueño. Aparece claramente la necesidad física de un espacio para vivir, un refugio, una necesidad primaria para cumplir funciones básicas, descansar, comer, pasar tiempo en familia. Y en su aspecto de sueño, hogar es una construcción social, idealizada y feliz. Siempre es feliz. Y la novela arranca con una pareja en la que no todo anda muy bien y ella se va a visitar una hija de ambos en la ciudad de Córdoba, porque como dice Joaquín Sabina, a veces, “el amor es un juego en el que un par de ciegos juegan a hacerse daño”. 
Luego durante el viaje, se suceden pueblos y ciudades abandonadas, casas vacías, donde lo horrendo puede estar acechando. Y ahí el reencuentro familiar se convierte en el hito obsesivo al que hay que llegar. Se evoca la permanente presencia del nostálgico deseo de estar protegido, de estar en casa, de tener “un final feliz”.
Esgrime con eficacia el trazado de un argumento que transcurre a lo largo de un viaje por una Argentina caótica donde cada ser está librado a su suerte. Los caminos que va tomando los trazan el azar y la suerte, también la forma de transportarse, tomar alimentos, proveerse y sobrevivir. 
En esta novela hay un modo particular de producción estética, en el que las preocupaciones por el contexto van edificando un sustrato conceptual. Aquí los protagonistas hacen suyo el axioma de Albert Camus: “Nadie se da cuenta de que algunas personas gastan una energía tremenda simplemente para ser normales”. Por ejemplo, los protagonistas deben ver que Santiago Maldonado aparece adorado por los zombis que lo ponen en un túmulo frente al que se postran. En el contexto de la batalla cultural sin duda, nuestra formación histórica y sociotemporal, afecta nuestra opinión sobre el mensaje. Pero Patricio si bien relata sobre un contexto histórico puntual, toma distancia del testimonio político porque la literatura es aquí como en El Quijote, el bien mayor, el bien al que hay que salvaguardar a toda costa. No contaminando la fantasía, la lucidez y la capacidad suprema de la observación con aderezos ideológicos. Vuelve a Platón: Traza la división Bien/Mal: El Bien es la Bondad, la Belleza, la Vida, la Salud que tiene la misma raíz que la palabra Salvación. El Mal es la infección, la peste, la maldad, el odio, la muerte. Y Valle Inclán decía: “Se puede ver el mundo estéticamente de rodillas, de pie, o desde el aire”. Y dio ejemplos. Homero, según él, lo vio de rodillas porque sus héroes son como dioses y así los trata; De pie como Shakespeare que los vio como hombres similares a él; o desde el aire Como Cervantes, Goya, Ghelderode, Valle Inclán y de ahí los esperpentos, y los zombis.
Esto me lleva a recordar la escena duodécima de Luces de bohemia de Ramón del Valle Inclán cuando dice que el sentido trágico de la vida española solo puede darse en una estética significativamente deformada y crea el Esperpento y dice por boca de un personaje: “Deformemos la expresión en el mismo espejo que nos deforma las caras y toda la vida miserable en España”. El esperpento deforma a España para evidenciar que ésta es una deformación grotesca de la civilización occidental. Mutatis mutandi, la Argentina, en uno de sus mayores momentos de desmesura, donde hay denuncias por gente que fue aprehendida, torturada y hasta fusilada por desobedecer al poder. ¿Por qué lo comparo con Valle Inclán? porque el grotesco de los textos esperpénticos se da claramente en esta novela: Una alternancia entre situaciones trágicas con otras casi cómicas, presencia de elementos carnavalescos especialmente en cuanto a la constante profanación de los valores consensuados como propios de nuestra idiosincrasia, la bipolarización de los personajes secundarios y finalmente por la reducción del ser humano a la condición de animal, títere, o como aquí zombi.
El contexto social, histórico, político y cultural no es una mera referencia, es el horizonte de significación que permite a Patricio develar ciertos mecanismos y estrategias que actúan articulando lo puramente literario y lo que viene del contexto del momento de la escritura. Por eso están muy presentes en la novela los medios de comunicación (la novela empieza y termina con la presencia una pantalla de televisión encendida; también en el relato se mencionan conocidos periodistas, instituciones y espacios de poder, que son referencias claras y constantes en la obra. 
Y en 2022 cuando concluyó el libro, no asomaba aún ninguna esperanza en el horizonte del real histórico de que las cosas cambiaran. Y lo malo de estas cosas, es que hasta que el rabo pasa, todo es toro. Y “...trasladar ese esquema de desigualdades y desentendimientos intransigentes a un nuevo modelo de organización puede significar muchas cosas, menos una integración venturosa, decía Santiago Kovadloff, entonces Patricio termina describiendo así a los infectados: “Son una colmena, había argumentado tiempo atrás. Ahora no estoy muy seguro. Son una conciencia compartida, una Gestalt diabólica que se ocupa de su propia complacencia. La solidaridad no está en sus pruritos, y si se detienen en alguien (por los que en el fondo de sus inertes corazones, no sienten más que desprecio), es para beneficiar a los suyos. [...] y como una colmena gigantesca, bullente, arracimándose unos sobre otros, [...] terminan su peregrinaje en la Plaza de Mayo, repleta como nunca se ha visto en su historia”. 
Pero insisto, aquí la Literatura fantástica se lleva la tajada del león, porque apela a numerosos recursos literarios, la forma escénica, dialogada de su relato, el registro alto y bajo del lenguaje junto a lo lírico, el uso del mise en abîme, (una historia dentro de la historia), etcétera. Las ideas cobran en Patricio un auténtico vigor teatral, y lo convierten en un notable comunicador de intensidades conceptuales y éste es precisamente el punto que permite entender la poderosa significación que tiene esta obra de Patricio Chaija para la sensibilidad de nuestro tiempo: asegurar la indeclinable vigencia de las emociones y creencias que suscita profundizar en la comprensión de la realidad, convertida en oportunidad de aprendizaje y crecimiento.