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Microrrelatos del Recuerdo | 20 años de Vivi Libros

Vivi Libros está celebrando 20 años de labor editorial y para festejarlo lanzó un concurso de microrrelatos. Así lo anunció en su newsletter:

¡Viví Libros está de festejo! Nos encontramos soplando las primeras 20 velitas de nuestro emprendimiento. Y ya suena a muchos años, un gran recorrido juntos… Como siempre, queremos compartir esta enorme alegría del aniversario con ustedes. Entonces, ¿qué mejor idea que divertirnos juntos para festejarlo? Los invitamos a sumarse a la siguiente convocatoria:

MICRORRELATOS DEL RECUERDO

¿Cuántas veces recordamos algo que nos lleva a pensar que esa situación parece de película o bien podríamos haberlo leído en cualquier novela que encajaría perfectamente en la historia? Son esas pequeñas escenas de la vida misma las que queremos rescatar en este concurso 20° aniversario, aquellos sucesos desopilantes que dan origen a divertidos microrrelatos y a otro tanto no tan risueños, pero que nos emociona y es un placer leerlos.
Les proponemos que nos relaten alguna situación, anécdota, fábula o minificción donde lo cotidiano cobre protagonismo, donde el recuerdo se ficcionalice para dejar de ser una simple evocación y pase a ser literatura. Puede ser desde el lado personal, de los amigos, de la familia o los vecinos, desde donde gusten… ¡Seguro que a un simple golpe de vista, ya se les está ocurriendo alguna rica anécdota! 
El objetivo es que escriban algo breve (los microrrelatos deben tener un máximo de 300 palabras) y lo envíen por e-mail a: info@vivilibros.com durante los próximos días. Hay tiempo hasta el domingo 4 de julio de 2021.
Los microrrelatos deben ser inéditos (de autoría propia y nunca publicados en ningún medio), escritos en español, pueden ser firmados a nombre propio o con un seudónimo pero incluyendo la ciudad y país de residencia.
Seleccionaremos cuatro microrrelatos que recibirán un premio de cinco libros cada uno, con la consigna 20 años = 20 libros. Los premios se podrán retirar en persona en una dirección de la Ciudad de Buenos Aires (previo acuerdo) o se los despachamos por correo a cualquier lugar del mundo quedando a cargo del ganador el importe del gasto de envío. La lista de títulos y auspiciantes de los premios la publicaremos próximamente.
Los cuatro ganadores serán anunciados por todos nuestros medios habituales (newsletter, redes sociales y web). 
Durante estos días, compartiremos las lecturas con ustedes en nuestra fanpage de facebooky se publicará en la web de Viví Libros el compilado de todos los Microrrelatos del Recuerdo que nos hayan llegado a tiempo. Tal como lo hicimos en los aniversarios anteriores, que pueden leerlos en nuestra página (ojo que como solemos recibir muchas participaciones, tendrá varias partes para disfrutar de su lectura). Vale comentar, opinar, votar por el más lindo y sobre todo: ¡divertirnos juntos! 
Ahora… ¡a escribir! ¡Los esperamos!

A modo de ejemplo, les compartimos un microrrelato para romper el hielo:

Prestame tus ojos

Mi mamá siempre tuvo problemas con la vista, la miopía se le iba acrecentando con los años. De grande se le sumaron las cataratas; pero gracias al avance de la medicina llegó a operarse con láser en un acto de valentía absoluta. “Al final era una pavada”, me dijo luego de la intervención, con una media sonrisa que todavía le temblaba en la comisura de la boca.
Desde que tengo memoria o quizás desde que comencé a leer y escribir, no lo sé, mamá me pedía que le prestara mis ojos. Recuerdo su frase: “Hija vení, prestame tus ojos para…” leer una receta, una factura de servicios, alguna carta que llegaba por correo, hilvanar la aguja, ojear un libro. Y yo corría ante su demanda tratando de complacerla, sintiendo que tenía un privilegio del cuál ella carecía.
Siempre usó anteojos, los de ver de cerca y los de lejos, y luego los dos en uno solo, pero claro, nunca se acordaba adónde los había dejado y sin ellos era imposible ver nada. Además, habitualmente tenían algún problema porque no se ajustaban bien a su visión. La llevaba a distintos oftalmólogos para acortar su dificultad, para que no necesitara vivir con los ojos prestados, pero nada resultó.
“Prestarle mis ojos” se convirtió en nuestro ritual, y despertó distintos tipos de humores a medida que fui creciendo y que la vida pasaba. De niña, corría a su llamado, yo era importante, ayudaba a mi mamá. Me convertí en señorita: ¡ay no tener una hermana que me suplante por un rato! Y de grande, pasados los cuarenta años, yo también usé anteojos, el universo empezaba a volverse difuso, a acercarnos; intenté hacer lo mejor que pude… no fue fácil. Nunca es fácil.
Sus últimos días, le leí un libro que le encantó, “El corazón se enlaza a otro para seguir andando”. Lo dejé sobre la mesa de luz del sanatorio pero cuando llegué a la mañana siguiente, el libro seguía ahí, cerrado, con la marca puesta en la página 82, esperando mis ojos para ser leído. Mamá volteó la cabeza y yo interpreté su ruego en silencio: “Prestame tus ojos”.
Ahora estoy aquí esperando los ojos de mi hija. A mí también se me opacó la vista. Pero ella no viene, y es probable que no intente llegar. Yo sé que no es fácil, nunca es fácil.

Viviana Rosenzwit
Ciudad de Buenos Aires, Argentina