Páginas

Newton llama a Galileo, ¿cuentas viejas?

Por Enrique Medina | 14 de mayo de 2021 | Página/12
Galileo Galilei se limpia las manos en el delantal sin dejar de mirar la pantalla del televisor, mete la mano en el canasto de frutas y agarra el celular que está sonando. 
—¿Siii?... 
Desde el otro lado del universo, Isaac Newton, con barbijo puesto, balbuceante, ruega: 
—No me cortes, por favor no me cortes... 
Con el semblante fuertemente fastidiado, Galileo se sienta y con el repasador se quita el sudor de la cara: 
—Cómo hinchás, Isaac. 
¿Desde cuál dimensión llamás ahora?... 
—Ni idea, pero ya estoy podrido de esta puta pandemia... 
—Aceptemos la imposición del libre albedrío de Dios, como proponía el querido Dante Alighieri, bien, ¿qué querés?, ¡y que sea importante, estoy ocupado! 
—Siento que me están empujando, Gali... 
—¿Empujando?... Empujando ¿qué?... 
—Bueno... Es que... ¿Qué estás haciendo?... 
—¿Para esto me llamás?... 
—Es que siento que me empujan..., a la muerte... Siento que se me disgregan los hombros, es doloroso. Tengo miedo de volver a morir de cólicos nefríticos... Me echan... ¿Vos qué hacés?... 
Galileo busca contenerse mirando el techo de la cocina, aspira aire y sigue mirando el televisor donde se ve una cuchilla cortando la cabeza de un lechoncito: 
—Estoy cocinando. Voy a participar en el concurso de televisión. 
—Ah, me chismearon que Leonardo también va a estar... 
—¡Maldición! Ese guacho sabe más que yo de cocina. Qué cagada... 
—Me me están empujando... 
—Ya te escuché. Te empujan a la muerte, ¿por qué?, ¿quién te empuja?... 
—Es algo que me supera y no entiendo. Debería hacerme un análisis de sangre, pedir hora para el traumatólogo y hacer que me vean el granito en la espalda que me pica, tengo miedo de que sea cáncer... 
—¿Y qué tiene que ver eso con lo de que te empujan?... 
—Eso, eso. Sin amigos, y ni hablar de mi lamentable jubilación… Como decirte... Me traga la tierra... Me empujan a la muerte, me desechan por viejo... 
—Ponete las pilas, querido Isaac. Ese inconveniente nosotros ya lo tenemos resuelto desde siempre. Aceptá que lo tuyo es otra cosa, y que cada tanto te agarra la depre. En vos es normal, ya lo sabés. Luego te ponés a trabajar y te recuperás... 
—Pero el rechazo que sufro ahora es muy fuerte. No sólo estoy mal físicamente, tengo dolores en el alma, fantasmas que me acusan... Es tanto el decaimiento que hace días que no como ni duermo... Me siento mal, apenas si puedo hablar, sostener este puto celular que en cualquier momento se me descarga... Gali, tengo miedo de morir... 
(Dios te oiga). Escuchame, vos bien sabés de donde vienen esos fantasmas, mejor no me hagas hablar, mirá, acepto que descubriste eso de las leyes naturales que gobiernan el movimiento de la Tierra y las que gobiernan el movimiento de los cuerpos celestes, también habrás descubierto la Ley de la Gravitación Universal, y el desarrollo del cálculo infinitesimal; habrás escrito los “Principios Matemáticos de la Filosofía Natural”, libraco que aún la gilada pondera; y hasta podrán pontificarte como el científico más trascendental; y además exagerar que tu obra es la culminación racional de todos los tiempos, ¡y la puta que la parió! ¡Pero vos siempre fuiste un hijo de puta que continuamente me ninguneó! Y apenas si me reconociste no sé qué mierda. Y en cuanto a la “Ley de inercia” siempre se te olvida decir que ya la había anunciado yo... Si a vos no se te hubiera caído la manzana en la cabeza, hubieras muerto camionero, andá chantún... Carajo, siempre me hacés enojar, puta madre. Y ni hablar de cuando fuiste alcaide de la “Casa de Moneda”... ¿Te acordás de los estragos que hiciste ahí?... 
—¿Cuáles estragos?... 
—¡Mandabas a la horca a los falsificadores!... 
—¿Y, qué?... ¿Vos hubieras perdonado a los que debilitando el dinero circulante ponían en peligro a tu país?... Sin sacrificio no hay beneficio... 
—Sos un turro. A Robert Hooke nunca le diste su lugar, mirá no me hagas hablar, querés... Llamalo a tu amigo Locke y decile que te salve él del empujón; vos siempre me ninguneaste, ¿te creés que nunca me di cuenta, eh? Gracias a que me hicieron algunos poemas y obras de teatro, aún me recuerdan, como Keples, Einstein, Hawking, pero si fuera por vos... 
—¿Qué decís?, ese Hawking es un chanta enredado en su silla de ruedas, no me jodas, querés... Mentís cuando me acusás; yo siempre te reconocí como padre de la astronomía, la física y la ciencia, reconocí tus estudios sobre las estructuras de los imanes... 
Galileo, al ver que en el televisor está hablando el chef que conduce el programa, piensa que ya debe cortarle a Isaac, así que le canta: 
Palabras, palabras, palabras... Pero volviendo a lo tuyo, ¿existe Pami por allá?..., a mí me sirve, como sabés, la anterior pandemia me dejó lisiado y con Pami me las rebusqué, el médico me atiende en la puerta del edificio, pero al menos me atiende. Buscá en internet, y te saldrá algo... Bueno, chau... 
—No me cortes, Gali... Estoy encerrado sin tener con quien hablar. No terminemos enojados. De acuerdo, sin vos no hubiera podido hacer lo que hice. Pensá que no es casual que nos una el año 1642... Vos moriste en enero y yo nací en diciembre... Si no somos padre e hijo, al menos reconozcámonos hermanos... Te valoré cuando te obligaron ante el tribunal de la Santa Inquisición a abjurar de tu visión heliocéntrica del mundo. ¿Y cuando Freddy Mercury cantó la “Rapsodia bohemia” y te mencionó, quién te mandó el CD?, yo... Como dicen los periodistas de la televisión: es muy “significativo” ¿no?... Galileo, ya harto, le masculla a Newton: 
—Querido Isaac, no entiendo para qué mierda me llamaste. Y corta la llamada sin despedirse. Del otro lado, Newton sufre el golpe y rebuzna embroncado: 
—Viejo de mierda, me cago en tu eppur si muove, el tuje se te mueve, hijo de la-re-mil-put...